Proyectos y ocurrencias
Lo más urgente para combatir los atascos es lo menos costoso: crear consorcios metropolitanos
La primera vez que aprecié la diferencia entre un proyecto y una ocurrencia fue en quinto de bachillerato. Un mismo hermano marista nos daba clase de religión y de geografía. Tras hablar en la primera hora de lo moralmente ilegítimo que resultaba cualquier método "artificial" de control de la natalidad, en la segunda nos explicó la "ley de Malthus", aunque, al concluir, nos tranquilizó: la apocalíptica divergencia entre la progresión de la población y el volumen de los recursos (alimentos, energía, suelo) necesarios para sostenerla no se iba a solucionar con la improbable abstinencia sexual humana, sino con dos planes de "los americanos": a) irrigar los desiertos para convertirlos en vergeles, y b) desecar lagos y mares para ampliar la superficie en que poder alojar a una humanidad en desbocado proceso de multiplicación. Anticipando el genio inmobiliario que posteriormente mostraría mi generación, de los alumnos surgió otra propuesta: levantarle una altura más al mundo.
Las obras públicas fantasiosas o las tecnologías de dibujos animados son ocurrencias seductoras para contraponer a la prosaica necesidad de gestionar soluciones nunca plenamente satisfactorias a problemas reales y complejos, como el de la congestión en horas punta de las vías de acceso a las principales ciudades de Galicia.
No deja de ser llamativo que una población de algo menos de 2.800.000 personas y con siete ciudades entre los 80.000 y los 300.000 habitantes haya desarrollado un modelo de crecimiento urbano tan disparatado como para colapsar todos los días los accesos a tres o cuatro de esas urbes con atascos de proporciones metropolitanas. El descontrol urbanístico y la obsesión por el precio de las cosas y no por su coste, han producido resultados irreversibles, que ahora convierten en una prioridad mejorar la mala movilidad que nos hemos ganado a pulso.
En este contexto hay que situar las propuestas (barajadas durante las elecciones locales al menos en A Coruña, Vigo y Santiago) de infraestructuras milagrosas como los "metros ligeros".
Así denominamos a los sistemas de transporte terrestre que usan vehículos que circulan por raíles pero que no requieren de la subterraneización de los metros convencionales. Si el sistema de raíles coexiste en superficie, en todo o en parte, con las vías para la circulación de automóviles, estamos hablando de un tranvía; si el sistema es totalmente especializado y permite una tracción de arrastre de las cabinas (incluso sin conductor), hablamos, en realidad, de un funicular horizontal. Ambas soluciones tienen capacidad para transportar a más de 2.000 viajeros por sentido y hora.
Obviamente, cualquiera de ellas exige suelo para poder implantarse e itinerarios de penetración en las ciudades al menos tan complejos como los de los accesos rodados, estaciones intermedias y terminales, y almacenes de elementos móviles que hay que construir en algún lugar.
Además, para solucionar con eficacia el problema de acceder a un punto central desde varios periféricos que se extienden en corona, potencialmente demandarán no una, sino varias líneas radiales.
Y también está, ¡claro!, el problema de los costes. Cada kilómetro de un sistema tranviario, sin el suelo por donde implantarlo, cuesta unos 25 millones de euros de inversión y otros 700.000 anuales de explotación. El funicular, más modesto, puede reducir la factura a la mitad.
Pero, en realidad, lo más urgente para combatir los atascos no es lo que más cuesta: disponer de estructuras de planificación y gestión -como los consorcios metropolitanos de transportes- que articulen la cooperación necesaria entre los municipios limítrofes y la Xunta para analizar el asunto con rigor y abordarlo de la mejor forma posible. Y mientras esos elementos básicos sólo sean proyectos, los metros ligeros no dejarán de ser meras ocurrencias.
El plan de transporte público de la Xunta, recientemente presentado, así parece haberlo entendido. Queda verificar que esas estructuras de cooperación sean una realidad al acabar 2008, "el año del transporte público en Galicia", en palabras del presidente Touriño y de la conselleira Caride.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Archivado En
Últimas noticias
La exjefa de gabinete de Pradas declara a la jueza que el día antes de la dana ya se hablaba de “mensajes masivos”
Las enfermeras que grabaron y denunciaron por violación a un cirujano en un quirófano de Murcia: “Esos movimientos no eran normales”
Laporta carga contra el Real Madrid: “Tienen un bodrio de televisión en el que vomitan mentiras e intoxican”
Veinte municipios catalanes se beneficiarán de una inversión de 412 millones de euros en sus barrios
Lo más visto
- El Supremo condena a ‘Okdiario’ y a Eduardo Inda por intromisión en el honor de Iglesias al acusarle de cobrar de Venezuela
- Los hijos de Isak Andic negocian un acuerdo para pagar 27 millones a la pareja del empresario y cerrar el conflicto por el legado
- Irene Escolar: “Si la gente se droga es porque encuentra en ello una anestesia que necesita. Negarlo es absurdo”
- Eduardo Casanova anuncia que tiene VIH: “Hoy rompo este silencio tan doloroso”
- La asociación mayoritaria de guardias civiles no está de acuerdo con la DGT en sustituir los triángulos por la baliza V16




























































