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SAN SIRO Y EL 'CALCIO' | Internacional
Columna
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La 'Champions' de Babel

El partido de ida por los octavos de final de la Champions marcó el principio del final de la temporada para los clubes que dominan en Europa, la ultima recta en una carrera que definirá el éxito de las decisiones y el trabajo realizado por dirigentes, entrenadores y jugadores desde que comenzara a rodar la preparación en julio del año pasado. La fecha no defraudó y nos dejó saborear esos ingredientes importados que sólo permiten las competiciones internacionales, como la confrontación de estilos del Celtic y el Barcelona o el choque de culturas futbolísticas que presupone un enfrentamiento de un equipo italiano contra uno español. La eliminatoria no estuvo desprovista de las paradojas de la diversidad.

El Inter, un equipo italiano que no habla italiano (somos gran mayoria de suramericanos), pero que juega a la italiana, contra el Liverpool, un equipo inglés con un hábil entrenador español que juega con la prolijidad táctica de los italianos y la directa agresividad del fútbol británico. El partido se desarrolló dentro de lo previsto por esos esquemas los primeros 30 minutos. Luego se rompió con la expulsión de Materazzi y el Liverpool se adueñó definitivamente del campo.

El Real Madrid salió a imponer su historia y su estilo en casa del Roma que, junto al Milan, practica el fútbol más ibérico del calcio. El Madrid controló el juego y el balón mientras el Roma esperaba agazapado cualquier distracción y definió el resultado con un certero contragolpe, mostrando otro de los atributos clásicos que ostentan los equipos italianos: no perdonar cuando se encuentra la más mínima ocasión.

En Turquía se vio el partido más abierto de la jornada, dos equipos que se atacaron sin complejos y regalaron emoción y goles. El Fenerbahçe y el Sevilla conjugan una elaboración del juego de espíritu brasileño con una dinámica propia del fútbol europeo, aire fresco para la competición y la promesa de otra dosis en el partido de vuelta.

El Arsenal, un equipo francés que juega en Inglaterra, hace años que despliega un juego ágil y vibrante, lleno de geometrías, con jugadores jóvenes de gran movilidad y con criterio y velocidad para mover el balón. El Milan resistió el asalto porque impuso su condición de histórico, la clase y la experiencia; sacó provecho de la versatilidad, esa rara virtud y poder de adaptación que tienen los grandes, saber cuándo el partido está más para el martillo que para el cincel.

El Barcelona se reencontró en Escocia consigo mismo y con sus raíces holandesas y fue el único equipo que logró ganar a domicilio contra la rocosa verticalidad del Celtic.

Esta diversidad cultural, estos choques entre diferentes formas de pensar y vivir el fútbol es lo que hace que ésta sea una competición fascinante. Lo vertiginoso de la eliminatoria a doble partido, la atmósfera festiva que rodea a un evento que no se repite todos los domingos, la posibilidad de observar distintas interpretaciones de un mismo juego, más allá de la monotonía de la Liga.

Todos estos aderezos son los que hacen de la Liga de Campeones una competición única.

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