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Columna
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Los obispos y su bufón

Los políticos van recabando el voto del vecindario. Cada uno ofrece el programa de su partido para los próximos cuatro años. Son las reglas del juego democrático. Un juego que han de protagonizar los políticos. Sucede, sin embargo, que en España estas reglas en que se basa la democracia no son respetadas por miembros de algunos estamentos. Y quieren participar junto a los políticos para encauzar los votos de los ciudadanos. Es el caso del teniente general Mena que ha salido a la palestra llamando a los españoles a no votar a Zapatero porque éste lo que quiere es romper España, como dice Rajoy. Ya en enero de 2006, en la celebración de la Pascua Militar, insinuó la posibilidad de dar un golpe de Estado y la intervención del ejército en caso de que el nuevo Estatuto de Cataluña sobrepasase los límites constitucionales. El entonces ministro de Defensa, José Bono, ordenó su destitución, su pase forzoso a la reserva y un arresto domiciliario de ocho días, por considerar que sus declaraciones habían traspasado todos los límites. También el general Blas Piñar, hijo del fundador de Fuerza Nueva, anda enredando por haber sido marginado por el Gobierno socialista, según dice.

Por su parte, algunos obispos han querido entrar en la campaña electoral para recabar los votos en favor de la derecha, del PP. Ya me referí en estas páginas, el pasado día 11, al comentar el documento hecho público por la Comisión Permanente del Episcopado. Documento que ha provocado el enfrentamiento entre sus eminencias reverendísimas. El pasado sábado, el obispo de San Sebastián, Juan María Uriarte, mostraba su oposición al citado documento al publicar otro en el que advertía que, "aunque los responsables de la Iglesia pueden proponer criterios éticos que ayuden a emitir un voto ponderado y responsable deben evitar, con sumo cuidado, cualquier signo o apariencia de proclividad partidista".

Pero no acaba aquí la cosa. El representante del Papa en España, el Nuncio del Vaticano, Manuel Monteiro de Castro, tuvo la gentileza de invitar al presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, a cenar en la Nunciatura y cambiar impresiones sobre la relaciones Iglesia-Estado. ¡Nunca lo hiciera! Entre los obispos más conservadores, esta entrevista del presidente del Gobierno con el Nuncio ha caído como una bomba. Y en la emisora de la Conferencia Episcopal, la COPE, han puesto el grito en el cielo y se han rasgado las vestiduras, en este caso, las sotanas. Su empleado, el famoso Federiquín Losantos, no ha cesado de lanzar los mayores improperios contra el presidente Zapatero y el nuncio Monteiro de Castro desde sus micrófonos. En el colmo de su furia llegó a insinuar que el nuncio era "masón". "¿Esto es un nuncio o un hermano?". Esto dijo Losantos desde su micrófono, aplicándole al nuncio el calificativo de "hermano", de común uso entre las logias masónicas. Y que era un caldito "masónico" el que le ofreció el nuncio al presidente en la cena. Los obispos propietarios de la COPE no le han llamado al orden, que se sepa. Los Rouco, Cañizares, García-Gasco y compañía parece ser que están encantados con su bufón radiofónico. Rajoy acusa a Zapatero de querer romper la unidad de España. Y lo que de verdad se está rompiendo desde la COPE es la unidad de la Iglesia, la unidad de sus dirigentes. "Federiquín, con un micrófono en la mano, puede ser un peligro público", dijo alguien que le conoce bien. Y parece ser que tenía razón. fburguera@inves.es

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