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Un informe de Salvamento revela errores en el rescate del 'Cordero'

El primer helicóptero que salió en su auxilio tenía averiado el visor nocturno

La investigación abierta por Salvamento Marítimo sobre el dispositivo de rescate tras el naufragio del buque Cordero, que provocó el mes pasado la muerte de cinco de sus ocho marineros frente a las costas de Ferrol, ha puesto al descubierto graves irregularidades en el protocolo de actuación de Sasemar, la sociedad de salvamento que depende del Ministerio de Fomento. Casi todas están relacionadas con el primer helicóptero que salió en auxilio del pesquero. Según la documentación oficial, el Dauphin NII despegó de la base de Alvedro del Helimer Galicia a las 3.13 horas, 42 minutos después de recibir la orden de Salvamento Marítimo, incumpliendo así la propia normativa de Sasemar que fija un tiempo de respuesta máximo para el Helimer de 10 minutos desde que recibe una alerta. La información oficial, a la que ha tenido acceso este diario, ayuda a entender algunas de las causas de este retraso.

El informe interno de Salvamento revela que la aeronave que sustituyó aquella noche al Sikorsky S61-N, un helicóptero de mayores prestaciones que habitualmente opera desde A Coruña pero que se había desplazado a Noruega un mes antes para someterse a una revisión, tenía averiado el visor nocturno por infrarrojos, lo que obligó a que la tripulación tuviera que acometer la búsqueda de los ochos náufragos a ojo, sirviéndose únicamente de los focos del aparato, entre olas de 8 metros y vientos que aquella noche superaron los 55 nudos (90 kilómetros por hora). Según consta en el documento, que toma como base el relato de los equipos que participaron en el rescate, "el FLIR

[sistema de visión por infrarrojos] se encontraba desmontado debido a una avería, lo que impidió efectuar la misión con el auxilio de medios de búsqueda electrónicos".

No fue el único inconveniente técnico que, según el informe, tuvo que afrontar la tripulación durante la madrugada del 15 de enero. Cuando el piloto arrancó motores a las 2.55 horas, 13 minutos después de recibir orden, varias luces de advertencia en el aparato detectaron anomalías mecánicas que obligaron a abortar el despegue. El foco de aterrizaje no funcionaba y la señalización interna de puertas abiertas permanecía encendida una vez que éstas fueron cerradas.

Según el minucioso cronograma de Salvamento, los tripulantes perdieron 18 minutos revisando la máquina, hasta que el helicóptero partió por fin a las 3.13 horas sin iluminación para el aterrizaje, sin el sistema de vuelo estacionario automático que permite a estos aparatos fijarse sobre un punto en el aire para lanzar la grúa sin necesidad de realizar maniobras y con el visor nocturno de infrarrojos averiado. Estas circunstancias, "la meteorología y el equipamiento de la aeronave" impidieron actuar "directamente" al Helimer Galicia, que se limitó a ofrecer iluminación para guiar a las embarcaciones que ya rastreaban la zona en búsqueda de los náufragos.

Según el atestado, fueron "la meteorología y el equipamiento de la aeronave" las que frustraron la actuación del Dauphin NII, que regresó a Alvedro cuando agotaba su autonomía de vuelo. Esta explicación contrasta con la versión oficial de Salvamento, cuyos representantes han negado la existencia de anomalías en sus medios y atribuido el fracaso de la operación exclusivamente al mal tiempo.

El helicóptero que relevó al Helimer, el Pesca II de la Xunta, tardó en llegar al lugar del hundimiento del Cordero 15 minutos según Sasemar. Los patrones de los barcos aseguran que la búsqueda sin medios áereos se prolongó media hora.

Entre el informe de Salvamento aparece otro dato significativo. El comandante y el copiloto del aparato, al igual que la aeronave, no pertenecían a la base de Alvedro, sino a la de Gijón, y por tanto "desconocían la geografía de la zona" donde transcurrió el naufragio, lo que "mermó la eficacia de la operación".

Una nave con menos prestaciones

El pliego de condiciones del concurso por el que Salvamento Marítimo adjudicó la gestión de las aeronaves de rescate no obliga a la adjudicataria, Helicsa, a sustituir los modelos Sikorsky S-61-N que operan en la mayoría de las bases Helimer por otros de similares prestaciones. Según el contrato, en caso de avería o revisión de las naves titulares, Helicsa pondrá a disposición de Salvamento los modelos Bell 212, más antiguos y atrasados que el Sikorsky S-61-N. El contrato ampara así que la empresa pueda utilizar como recambio el Dauphin NII, un modelo con mejores prestaciones que el Bell 212. Helicsa asegura que cumplió con los requisitos de la concesión y sostiene que el cambio de aeronave no influyó "en absoluto" en la operación.

Los pilotos y expertos aeronáuticos consultados por este periódico discrepan. Aseguran que el Sikorsky S 61-N por su elevado peso gana estabilidad y se defiende mejor ante temporales extremos que el Dauphin NII. Este último carece de un sistema de vuelo estacionario automático, que le permite mantenerse sobre un punto sin obligar al piloto a maniobrar.

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