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Necrológica:
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Jorge Lewinski, fotógrafo de artistas

Ante su cámara desfilaron creadores como Bacon, Hepworth o Caro

El fotógrafo Jorge Lewinski, conocido por sus retratos de los más destacados artistas británicos del siglo XX, murió en Londres el pasado 31 de enero a los 86 años, después de haberse negado a vender su legado fotográfico a la Tate Gallery, en favor de la más modesta Chatsworth House, una casa histórica en la campiña de Derbyshire.

Artistas como Francis Bacon, Barbara Hepworth o Anthony Caro, accedieron a desfilar ante su cámara a lo largo de tres décadas. Más de trescientos retratos, siempre en blanco y negro, que consagraron a este fotógrafo autodidacta como cronista en primera línea del mundo del arte moderno. Lewinski intentaba capturar el espíritu de sus sujetos fotografiándolos en su ambiente de trabajo y en plena simbiosis con sus propias obras: un Caro en posición fetal, emulando las formas de una de sus esculturas; los largos dedos de Hepworth en primer plano que roban el protagonismo al rostro semicubierto de la escultora; o la estampa cubista del rostro de Bacon son algunas de las imágenes más emblemáticas capturadas por su lente.

Nacido como Jerzy Lewinski en la Polonia de 1921 (Lvov, hoy territorio ucraniano), la invasión soviética le condujo a un campo de trabajo en Siberia, del que fue liberado para enrolarse en el Ejército británico y luego servir en la RAF. Cumplidos los 21 años recaló en el Reino Unido (en la ciudad de Liverpool), país donde decidió permanecer para el resto de sus días. Durante tres lustros compaginó su profesión de economista con la afición a la fotografía, pasión que acabó convirtiendo en su modo de vida. Estrenó su dilatada serie de retratos de artistas con el expresionista Felix Topolski (cómo él, polaco de origen y británico de adopción). Su objetivo, quiso siempre subrayar, no era la promoción de rostros famosos, sino documentar un periodo de la historia del arte que él admiraba. Por eso abandonó la fotografía en 1995, cuando ya no le agradaban los artistas emergentes ni la maquinaria de mercadotecnia y relaciones públicas que rodeaban a los más cotizados.

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