Triunfar en la tele
La gente de Aída (Tele 5) quiere salir de su pena cotidiana yendo a un concurso de televisión. Así ganarán unos euros o, incluso, un viaje a Egipto. Se vio el domingo pasado. Lo más llamativo de cómo se veía un triunfo en un programa de televisión es que los que soñaban con él ya hacían cálculos sobre el rendimiento que podía darles una fugaz fama. Lo más apetitoso de la aventura no era llevarse el bote del concurso sino entrar en el reciclaje temporal de famosetes que hacen las cadenas de sus participantes y, vete a saber, quizás llegar a presentar un programa tomatero.
Tampoco quedaba muy bien parada la limpieza de los concursos. No tanto porque ellos hagan trampas sino porque los concursantes, resabiados, organizan estrategias vencedoras. Se trataba de ir a un concurso del tipo La media naranja, en el que gana la pareja que más cosas sabe del otro. Uno de los participantes, a la vista de que su auténtica pareja apenas sabía nada de él, ficha a una amiga que lo conoce y que, además, estudiará su penosa biografía para conocer en qué lado de la cama duerme.
La otra pareja, la de Aída, se preparaba con más cara dura. Pactaron las mismas respuestas: Móstoles y 36, tanto daba la pregunta. Si el concurso quiere saber dónde les gusta hacer el amor dirán que en Móstoles y si les preguntan a qué lugar paradisiaco quieren ir de vacaciones dirán... que a Móstoles. Una mirada muy poco sagrada sobre las bambalinas televisivas.
En Camera café (Tele 5), un colega de la oficina sufría su condición de amigo informático, el que sabe cómo va esta cacharrería.
Sus compañeros le pedían favores a toda hora, desde configurar un router a instalar una red wi-fi. Un dato sobre lo misterioso que todavía es el universo digital era el favor que le pedía uno: que le arreglara la tostadora porque también es tecnología.
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