Un beso para sellar la paz, de momento

Un gesto de amor sirvió ayer para estrenar la flamante macroestación de Moncloa. La presidenta regional, Esperanza Aguirre, y el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, se besaron en la mejilla tras un mes representando escenas de desencuentro. El mes transcurrido desde que Mariano Rajoy, presidente del PP, dejó fuera de las listas electorales al regidor. Desde entonces, Gallardón se siente profundamente derrotado por Aguirre y por eso se despojó durante cuatro semanas del velo que le hacía mantener las formas. Un mes de desplantes y miradas gélidas. Pero ayer tocaba representar otro acto de la misma obra. El guión marcaba una escena de amor. Y eso se notaba nada más entrar en el nuevo intercambiador de Moncloa, inaugurado ayer por ambos dirigentes populares. El ambiente era menos tenso.

Hubo un primer intento fallido, en el que ella se quedó compuesta y sin beso. La presidenta intentó aproximarse con la boca dispuesta para besar a Gallardón, pero él no llegó a poner la mejilla. Tras media hora de recorrido por las nuevas instalaciones llegó una de las imágenes del día. Presidenta y alcalde se plantaron frente a la placa conmemorativa. Descorrieron juntos la cortina que la cubría... En rótulo figura el nombre de la presidenta, pero no el del alcalde. Gallardón nunca incluye su identidad en estos recuerdos institucionales.

Entonces, el alcalde tomó la iniciativa y acercó el rostro a Aguirre, mejilla con mejilla. Cruzaron dos besos fugaces -los primeros desde que él quedase fuera de las listas- que provocaron el clamor general. Ambos se sonrojaron. Abrió el turno de discursos Gallardón: "Aparte de contenidos, no se van a ir sin información", bromeó. Después puso el acento en las bondades de la nueva infraestructura: "Aunque no nos hubiésemos besado, habría merecido la pena". Y concluyó: "Que la anécdota sea más noticia que la categoría... nos permite evocar una sonrisa".

Cuando bajó de la tarima para dejar paso a Aguirre, se fundieron en un abrazo con dos nuevos besos. La presidenta aludió a la importancia del acto "no sólo por los dos besos" sino por el intercambiador, claro. No hubo más gestos de cariño institucional.

Atrás queda la frialdad mostrada por ambos en la inauguración del intercambiador de plaza de Castilla, hace 10 días. Entonces, la presidenta y el alcalde representaron una escena de indiferencia plena. Se ignoraron. Ese mismo día, Gallardón se lamentó con ironía de su suerte tras leer el discurso del cierre del Carnaval. Recitó con inocencia los versos de como "ha triunfado Doña Cuaresma, la del gesto agrio y estricta conducta". Días antes ambos dirigentes habían competido por el protagonismo en un acto ante empresarios. Entonces, Aguirre abandonó el encuentro airada. Ayer, se despidió con una media sonrisa.

Por fin hubo beso entre Aguirre y Gallardón