La moda de Corina en la solapa
La ex alcaldesa de Vigo ha popularizado un broche de esmalte, con una camelia, que reparte entre políticas, mujeres 'ilustres' e incluso monarcas
Sus autores, los hermanos Hernández, esmaltistas de prestigio y Vigueses Distinguidos desde 2006, cuando todavía era alcaldesa Corina Porro, llevan cociendo sus más famosos broches desde 1964, el año en que se celebró en Vigo la primera Exposición de la Camelia. No obstante, lejos de desconcharse, cuatro décadas después el modelo vive una segunda juventud y se ha convertido en la pieza más vendida de un taller joyero que abrió sus puertas en la Puerta del Sol el año 1922. El broche de los Hernández es como un pin de Vigo con solera, hecho a la imagen y semejanza de su clase media-alta. Un mensaje solapado de viguismo que, precisamente, se luce en la solapa. Siempre diciendo sin decir nada.
"Ya os vale con la propaganda... Ha salido María Teresa Campos con el broche"
La Reina, Letizia o Fernández de la Vega también entraron en el 'club' de la camelia
Caballero ha encargado a los Hernández un esmalte para el Rey por su 70 cumpleaños
Y Corina Porro ha tenido mucho que ver en la madurez triunfal de esta joya, al tener por costumbre agasajar con ella a las damas que la visitan en viaje oficial.
A la ex alcaldesa popular le cuesta recordar, de pronto, a cuántas señoras les ha regalado el broche de la camelia. "A ver... lo tiene la conselleira de Sanidade, María José Rubio, que trabajó conmigo y siempre, mientras yo estuve en la Alcaldía, se portó muy bien con la ciudad. Y la Vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega. Y Carmen Calvo, la anterior ministra de Cultura... Para que no se diga por ahí que sólo se lo regalo a las de mi partido".
También lo guardan en sus concurridos joyeros, gracias a Porro, la reina Sofía y la princesa Letizia; la viuda de Tete Montoliú, Montserrat García-Albea; la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá; o "la del PP vasco que vino estos días...", dice Corina con el nombre en la punta de la lengua. Aunque en el último viaje, a juzgar por las fotos de la Facultad de Económicas de Santiago, María San Gil no portaba el preciado talismán.
La última escogida que ingresó en el club de la camelia fundado por la alcaldesa que llenó Vigo de flores fue condecorada todavía hace unos días. En su visita a la ciudad, el penúltimo día del mes pasado, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, recibió el detalle de su compañera de filas, lo desempaquetó con una sonrisa e inmediatamente se lo clavó en el enorme cuello asimétrico de la chaqueta marrón de pata de gallo. Así paseó el palmito toda la jornada, y así se dejó retratar en su visita al colegio Miralba, el de las Jesuitinas, el día que se celebraba la Paz mundial allí donde ésta esté.
El broche que Corina ("a título personal, por amor a los árboles y en concreto a los camelios de las Rías Baixas; no como alcaldesa ni como nada"), suele regalar a sus convidadas es el modelo que más se vende: La flor blanca destacada sobre un óvalo negro, que cuesta 60 euros si se esmalta sobre cobre dorado y 100 si en su lugar se utiliza la plata. Pero de este delicado emblema vigués hay otras versiones. Con la flor en rojo, sobre fondo azul o crema, e incluso recortada, sin fondo ni óvalo ninguno que, por llevar menos metal y menos esmalte, "sale más barata".
Esto lo dice Julián, la mitad de los hermanos Hernández. La otra mitad es Eloy, director del taller y miembro del patronato del Museo de Castrelos. Y si ellos ya tomaron el relevo de los primeros hermanos Hernández -Eloy (padre de ambos) y Osmundo- hace medio siglo, la sucesión generacional está garantizada. En el taller, que después de 80 años en Príncipe se trasladó en 2006 a la Gran Vía, ya trabaja uno de los hijos de Julián, que también se llama Eloy para cerrar el círculo (o el óvalo) que un día, recién llegado de Valladolid, abrió su abuelo. El otro vástago del hermano Hernández, que lleva el nombre de Julián, como su padre, fundó Siniestro Total y expresó su vena artística de otra forma muy distinta.
Ahora, los Hernández también trabajan para Abel Caballero, que les encargó una representación del Vigo antiguo y se la envió al Rey por su 70 cumpleaños. Pero por esto no van a perder a Corina, que es una "clienta fiel". Los hermanos cuentan que su broche más vigués, confeccionado, como todas sus obras, de manera "artesanal, medieval, pieza a pieza", ya está "en los cinco continentes" y a veces, incluso, lo ven por la tele. "Un día", cuenta Julián, "me llama un amigo y me dice: ya os vale con la propaganda... ¡Ha salido María Teresa Campos con el broche!
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