Sólo Solá

A veces parece aburrido de su trabajo, de la monotonía, de su vida. Es un hombre consciente de estar consumiendo la segunda mitad de su existencia, un hombre duro y maduro, que mastica con tedio el día a día. Se le nota en la voz, que arrastra con grave somnolencia, en los gestos lentos y en esas palabras que murmura como para sí, en voz baja. Un hombre oscuro. Es lo que parece. Hasta que escapa una negra chispa de su mirada, hasta que toma veinte decisiones inapelables, una tras otra, cuando todo es confusión a su alrededor. Hasta que olfatea en la nada el sutil hedor del peligro, de lo torcido, de lo que no encaja. Hay pasión en su parsimonia. Inteligencia en su silencio. Grandeza en sus aciertos y también en sus debilidades. Un personaje así es capaz de dar sentido a cualquier ficción.

Sierra, el teniente Sierra de la Unidad Central Operativa, UCO (TVE-1), se ha ganado a pulso la medalla de su propia serie. Después del caso de Desaparecida -y su ampliación- merecía seguir ejerciendo su oficio con la misma fuerza y convicción. Miguel Ángel Solá ha construido un personaje con cuerpo y peso. Más allá de lo que proponga el libreto -que en UCO no es que sea brillante, simplemente correcto-, el actor argentino eleva con su trabajo el nivel de la intriga, la complejidad del personaje, y me atrevería a decir que irradia ese interés extra a la historia que, de otra manera, sería algo anodina.

El primer capítulo de UCO transcurre durante un robo con rehenes en un banco. No es agradable decir que el elenco resulta poco convincente en sus actuaciones. O será que Sierra es mucho Sierra y los opaca. Lo cierto es que la serie parece querer profundizar en los personajes, en su psicología y comportamientos, por encima de los fuegos forzados de la acción. Intriga y paciencia. No es mala fórmula. Sobre todo cuando se cuenta con un personaje de peso. Sierra. Solá.