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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Control de fronteras

Europa debe presentar un frente común ante las crecientes exigencias de Estados Unidos

La desaparición gradual de las fronteras internas en la UE, especialmente en el espacio Schengen, ha llevado a una situación en que no sólo una vez en la Unión los viajeros en general pueden circular libremente en su seno, sino también los inmigrantes ilegales, el crimen organizado y los terroristas impulsados además por las olas de la globalización. No debe rechazarse sin más que la UE, como propuso ayer Franco Frattini, comisario europeo de Interior y Justicia, quiera establecer mayores controles en las fronteras exteriores de la Unión, al estilo de las que imperan en EE UU a raíz de los ataques del 11-S de 2001.

Hoy, la tecnología facilita este tipo de medidas sin causar grandes perjuicios. Sí hay que evitar que se produzcan abusos, y se llegue a confundir, por ejemplo, los problemas que plantea la inmigración ilegal con los del terrorismo. Para ello es necesario establecer a la vez garantías y controles judiciales y parlamentarios y resolver los casos conflictivos con celeridad. La idea de dar ventajas para los llamados viajeros honestos, como si los demás no lo fueran, es harto debatible. Pero no que la libertad de circulación interna debe aunarse con la seguridad exterior y la lucha contra el crimen en un espacio en el que entran o salen anualmente 300 millones de personas, casi la mitad procedente del exterior de la UE.

Establecer controles biométricos, como las huellas dactilares electrónicas de los 10 dedos o la foto, a los que entran en la UE, además de un plan electrónico de viaje, puede ayudar a controlar los que exceden el permiso de entrada para quedarse ilegalmente o cometer crímenes. No parece que éste sea un ataque contra la dignidad de las personas, sino una manera de reforzar la seguridad en las fronteras exteriores, incluidos los aeropuertos. A la vez se intenta reforzar Frontex para convertirlo en un auténtico "cuerpo europeo de guardas de fronteras", especialmente hacia el Este y el Sur. No se trata de propuestas a adoptar con prisas, sino a discutir entre los Veintisiete y decidir en el curso del año próximo para que entren plenamente en vigor en 2015.

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El objetivo es lograr un auténtico sistema común europeo de las fronteras exteriores, que vaya mucho más allá de la suma de las medidas y bancos de información nacionales. Por ello es importante que los Estados de la UE no cedan a las presiones que está ejerciendo Washington para llegar a acuerdos bilaterales con cada uno de los países sobre este tipo de normas de seguridad respecto a los datos de los viajeros que se desplazan de Europa a EE UU. Es comprensible que algunos países del Este a los que Washington reclama aún visados intenten superar esta traba. Pero la Unión ganará si presenta un frente común frente a Estados Unidos con quien, a regañadientes, firmó el año pasado un acuerdo sobre datos -incluidos los números de las tarjetas de créditos- de los que viajan hacia el otro lado del Atlántico.

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