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La oposición propone que haya 40 muros legales para grafitos

Ana Botella se niega porque "los grafiteros sólo quieren transgredir"

Patricia Ortega Dolz

Arte urbano o vandalismo. Para Pedro Santín (PSOE) y Milagros Hernández (IU), los grafitos son lo primero, y para Ana Botella (PP), lo segundo. En la comisión de Medio Ambiente de ayer en el Ayuntamiento se produjo este debate tras la proposición, la semana pasada por parte de IU y esta semana por parte del PSOE, de habilitar espacios para que los grafiteros madrileños puedan realizar sus murales.

Los principales afectados estuvieron ausentes, pero habían hecho llegar sus demandas a los responsables políticos: "Estamos hablando con ellos porque no queremos que se nos criminalice", explicaba Murphy (diseñador gráfico de 31 años), uno de los grafiteros del colectivo Desviados. En su aval, y a pesar de que no existe ningún espacio reglamentario para ello en Madrid, están murales como el que se encuentra en la calle de Herrera Oria, en el que aparecen las caras de Zapatero y Rajoy con un mensaje: "Los mismos perros, distintos collares".

Santín sugirió que Madrid habilite 40 muros donde realizar legalmente pintadas, de modo que todos los distritos tengan unos mil metros cuadrados, que serían limpiados periódicamente, para ser usados por el mayor número de dibujantes posible. Las juntas municipales y los propios grafiteros se encargarían de organizar los turnos. Se trata de "dar la posibilidad a quienes se expresan de este modo de tener 20.000 metros cuadrados de muros a su disposición", dijo.

Botella se negó a aceptar la propuesta porque "daría lo mismo: ponga o no el Ayuntamiento paredes para los grafiteros, seguiría habiendo pintadas porque sólo buscan transgredir y pintar en cualquier sitio". No en vano entre sus planes está el sacar adelante una ordenanza municipal de residuos que incluya un aumento de las multas para las pintadas ilegales, de los 150 euros de ahora hasta los 6.000 y el decomiso del material.

La representante de IU se reunió con los miembros de Desviados y, aparte de pedir espacios para el arte urbano, planteó la necesidad de distinguir "entre el graffiti muralista y la pintada que ensucia las calles", y puso como ejemplo ciudades como Londres, con rutas de grafitos, o Gijón, donde las cajas de tendido eléctrico en las aceras se han convertido en el soporte artístico de esta forma de expresión.

Hay además un argumento difícilmente refutable: los cálculos del PSOE aluden a un millón y medio de metros cuadrados de muros y fachadas de edificios que son pintados cada año en la ciudad, y cuya limpieza le cuesta al Ayuntamiento seis millones de euros. Aunque sea por ahorrar...

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Sobre la firma

Patricia Ortega Dolz
Es reportera de EL PAÍS desde 2001, especializada en Interior (Seguridad, Sucesos y Terrorismo). Ha desarrollado su carrera en este diario en distintas secciones: Local, Nacional, Domingo, o Revista, cultivando principalmente el género del Reportaje, ahora también audiovisual. Ha vivido en Nueva York y Shanghai y es autora de "Madrid en 20 vinos".

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