Kabul y EE UU investigan la muerte de un afgano por un disparo español
La policía afgana de la provincia de Farah, bajo el patrocinio de una unidad militar de EE UU, se ha hecho cargo de la investigación de la muerte de un ciudadano afgano por disparos de soldados españoles el domingo junto a la localidad de Farah-Rud, al suroeste de Afganistán.
Fuentes militares indicaron que, en el caso de que las autoridades afganas imputasen alguna responsabilidad al militar español, un sargento destinado en el Mando de Canarias, éste sería enjuiciado por los tribunales castrenses españoles, en virtud del estatuto legal del que disfrutan las fuerzas de la OTAN en Afganistán.
Las fuentes consultadas insistieron, sin embargo, en que el sargento cumplió escrupulosamente con las normas de comportamiento ante estas situaciones y consideraron lo sucedido un accidente fruto de la tensión. Ayer, explicaron, un ataque suicida con un vehículo bomba contra las tropas de EE UU causó al menos un herido en la misma zona del incidente del domingo. El ministro de Defensa, José Antonio Alonso, atribuyó el suceso a la "mala suerte" y aseguró que no se produjo "ningún disparo directo" contra el ciudadano afgano, y que su muerte fue por el rebote de un proyectil.
Según fuentes militares, el vehículo alcanzado por los disparos -un todoterreno Toyota ocupado por cuatro personas- circulaba en dirección contraria a la del convoy del Ejército afgano, escoltado por una patrulla española y otra italiana. Después de que se le hicieran señales luminosas para que se detuviera, se apartó a un lado y se detuvo.
Tiros al suelo
Sin embargo, cuando se aproximaba el sexto y último de los blindados españoles, el Toyota reemprendió la marcha. El sargento que iba al mando del vehículo, creyendo que podría tratarse de un ataque suicida, realizó una ráfaga de disparos de intimidación al suelo (no al aire, como se ha dicho) con su ametralladora HK.
Supuestamente, uno de los proyectiles hirió al conductor en una oreja antes de impactar en un ojo a uno de los ocupantes del asiento trasero, causándole la muerte. Los militares españoles ni siquiera se dieron cuenta de lo sucedido y continuaron su marcha, según las fuentes consultadas, hasta que la policía afgana les avisó de que sus disparos habían causado un muerto y un herido.
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