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Columna
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Paralizados

Nos han dado una alegría. Para 2014 está previsto que Valencia disponga de la estación definitiva de AVE como prolongación del edificio modernista de Demetrio Ribes de la calle Játiva. La ciudad de Valencia, centro neurálgico de la Comunidad Valenciana, dispone hoy de notables oportunidades y amenazas. Uno de sus riesgos es la parálisis y la seria dificultad de que sus conexiones se retrasen con relación a sus competidores. El AVE ya sabemos que llegará más tarde que a otras zonas favorecidas (Andalucía, Aragón, Castilla-La Mancha, Cataluña, País Vasco o Castilla-León). El año 2010 es la fecha que se baraja después de reiterados retrasos desde 1989. La peripecia de la autovía A-3 que comunicó la Comunidad Valenciana con Madrid también sufrió aplazamientos y retrasos hasta que se concluyó al finalizar el siglo XX. Los incidentes han producido inestabilidad del suelo en el Ragudo y posponen el funcionamiento de la llamada autovía Mudéjar por tierras de Aragón, que no es otra cosa que la inconclusa autovía Sagunto-Somport que debía permitir una ruta alternativa para penetrar en territorio francés por el túnel, sin necesidad de cruzar los Pirineos por La Jonquera.

En comunicaciones aéreas, además de los aeródromos de Manises (Valencia) y L'Altet (Alicante), se está construyendo otro al norte de Castellón y hace pocas semanas ha emergido otro curioso proyecto en la ciudad de Alzira, que más bien se entendería como el aeropuerto de Valencia-Sur en la Ribera, para dar servicio a las otras comarcas del interior como Vall d'Albaida, L'Alcoià y la Costera. Alcoi, Ontinyent y Xàtiva, junto con la conurbación de la Ribera (Algemesí, Carcaixent y Alzira) justificarían, con cierta dificultad, la construcción de unas instalaciones aeroportuarias con evidente impacto medioambiental.

Jacques Attali, asesor del presidente Mitterrand y en la actualidad cabeza pensante de Sarkozy, defiende su teoría de los territorios corazón como líderes de influencia en el mundo contemporáneo. En su último libro escribe que la experiencia nos ha enseñado que no es necesario que un corazón esté situado en el territorio de la nación más extensa o más poblada para aspirar a esa condición. Sí es importante que los núcleos corazón encuentren en sí mismos la energía, la fuerza creativa, el deseo de innovar, de producir a gran escala, de exponerse al mundo y de dominar. Condición necesaria para cumplir este cometido es disponer de un puerto de mar potente y sincronizado. Los muelles de los puertos, como dice Juan Esquembre, son los andenes de la globalización y su funcionamiento eficaz es decisivo para que el tren de la globalización no pase de largo para un país.

Los atascos en el entorno de las ciudades y el colapso de sus accesos abren otra incógnita a largo plazo sobre el futuro de la Comunidad Valenciana, entendida como proyecto de vida en común. El bloqueo de los accesos a Valencia es un tema primordial para la vida ciudadana y para la salud de su economía, donde el tráfico por carretera, puertos y aeropuertos aportan en su apuesta de futuro en conjunto de potencialidades decisivas, si se planifican adecuadamente o la condena a su paralización estratégica sin remedio.

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