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Entrevista:JUAN ORTEGA | Director de las Jornadas de teatro de Eibar

"El talonario no sustituye al ingenio"

Juan Ortega (Elche de la Sierra, Albacete, 1943) llegó con 17 años a la Universidad de Murcia a estudiar ATS y allí pisó por vez primera un escenario interpretando un papel de El enfermo imaginario, de Molière. Desde entonces su vida se ha dividido en dos: la actividad profesional como enfermero y la pasión por la escena. A finales de los años 60, poco después de empezar a trabajar en los servicios médicos de la Universidad Laboral de Eibar, puso en marcha un grupo de teatro con los alumnos del centro. El siguiente paso fue contratar cada temporada a un par de compañías de paso por el País Vasco para actuar en Eibar. En 1978 nacieron las Jornadas de teatro de Eibar, que desde entonde dirige sin abandonar su profesión. Los Premios de teatro Ercilla han reconocido su esfuerzo con el galardón a la mejor labor teatral.

"El teatro muchas veces depende del reclamo de un intérprete"

Ortega recorre la historia de las Jornadas de Eibar de memoria. En tres décadas ha visto actuar a Animalario antes de que les sonriera el éxito y a Nùria Espert en la cima de su carrera, encantada de alojarse en las habitaciones de invitados de la residencia de estudiantes. Recuerda que tuvo que cortar con una motosierra los paneles de una escenografía para adaptarla al escenario y garantizar la función, y que el cubo de la fregona ha servido en ocasiones para paliar la falta de servicios en el camerino. Pero sobre todo han sido años de sumar amigos entre las gentes del teatro y de fomentar la afición entre los estudiantes. "No es una escuela de teatro", precisa. Pero presume de que los actores Iñaki Miramón e Imanol Arias pasaron por el grupo de teatro, como otros muchos profesionales de la producción y técnicos.

Ortega llega a ver más de doscientas obras de teatro al año para seleccionar el programa de Eibar. Hoy se representará Espía a una mujer que se mata, de la compañía argentina de Daniel Veronese, la primera de las 23 funciones con 19 títulos que las jornadas ofrecen este año. El secreto de mantener vivo un festival en una localidad pequeña radica, en su opinión, en que nació de la afición al teatro. "Luego viene el soporte económico y administrativo, pero lo primero es el gusto por ver teatro", recalca. "Por eso sumamos 12.000 espectadores por año [Eibar tiene cerca de 30.000 habitantes], un público muy informado en la presencia viva del teatro".

Ortega dispone de un presupuesto de 160.000 euros, aportado en su mayor parte por el Ayuntamiento de Eibar, el Gobierno vasco y la Diputación de Guipúzcoa. "El dinero es importante, pero más veces nos hemos quedado sin ver un espectáculo porque no cabía en nuestro escenario o porque no me ha gustado, que por falta de recursos. La imaginación y el ingenio o la experiencia no se pueden sustituir por un talonario", defiende.

El teatro, dice Ortega, concede al ser humano la posibilidad de conocer emociones, valorarlas y abrirse a nuevas historias con que enriquecer la monotonía de la vida. La experiencia le permite afirmar que para hacer teatro sólo es necesario que "un individuo tenga algo que comunicar y que sea cierto". Pero siempre con dignidad, para evitar que "en vez de aficionados se creen detractores". Ortega disfruta de la subida del nivel de producción y distribución de los espectáculos. Sin embargo, cree que la genialidad escasea. "Es un mundo muy ingrato, que depende muchas veces del reclamo de un intérprete conocido", lamenta. "Ni siquiera vale el autor o el director".

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El 25 de marzo acudirá a la entrega de los Premios Ercilla, satisfecho del trabajo realizado en Eibar. Mientras, espera que la noche de los premios haga frío, para lucir la capa española que le hicieron a medida en Béjar.

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