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Reportaje:OFERTAS DE EMPLEO

Mujer y emprendedora, la difícil ecuación

La mayoría de empresarias españolas justifica aún una visión social machista del mundo de los negocios

En qué piensan las mujeres emprendedoras cuando se les permite explayarse bajo el amparo del anonimato y la espontaneidad? Bajo esta premisa, la escuela de alta dirección y administración de empresas Eada ha realizado una encuesta a 23 emprendedoras españolas, la gran mayoría al frente de firmas pequeñas o medianas. En ella expresan los obstáculos y satisfacciones que se presentan a diario por su condición de empresarias, así como los motivos por los que decidieron dar el paso de poner en marcha una compañía propia.

El resultado se sale de la farragosa pauta habitual. Aquí no hay porcentajes, sino vivencias reales extraídas del día a día. Y una de las llamativas conclusiones es que muchas mujeres al frente de una firma siguen interiorizando una visión machista y asumen que emprender y moverse con soltura en el mundo de los negocios es cosa de hombres. Empiezan a vislumbrarse ciertos cambios de mentalidad, sí, pero a paso muy lento.

A veces son las mujeres las que creen en las ideas conservadoras de la estructura familiar y no creen en ellas mismas en el campo profesional
Muchas mujeres se dan cuenta de que no ascenderán más debido a su género y se hacen empresarias para realizarse personal y profesionalmente

El 'techo de cristal'

"He matado a mis propios demonios". Valga esta muestra como ejemplo de la crudeza de algunas respuestas a la pregunta por los motivos que impulsaron a dichas mujeres a abrir un negocio. En este caso esos demonios eran el tener que trabajar para otros y el disponer de poco control sobre la propia vida. Pero hay más. Entre ellos, cómo no, el famoso techo de cristal, una forma de organizar el trabajo que, al llegar a cierto nivel, le impide a la mujer seguir ascendiendo en la jerarquía de una empresa u organismo, por prejuicios o motivos relacionados con la discriminación de género.

Cuando alcanzan este techo en una empresa de la que son asalariadas, "muchas mujeres se dan cuenta de que no ascenderán más debido a su género, y muchas de ellas deciden hacerse empresarias para realizarse personal y profesionalmente", señalan Carlos Morales, director de Centro de Investigación en Emprendimiento de Eada, y Mariona Serrat, coautora del sondeo. Según las entrevistadas, para romper este techo de cristal sólo cabe un cambio de mentalidad social, que abandone la ideología de la estructura familiar tradicional, en la que el hombre sigue siendo visto como sostén y la mujer como cuidadora, para dar paso a una igualdad real de oportunidades. Algo, señala una mayoría de mujeres, que sólo puede lograrse desde la educación en la escuela.

Estos roles adquieren su máxima paradoja cuando se trata de conciliar la vida personal y la laboral. Los investigadores se sobresaltan al notar cómo las emprendedoras "endulzan", según sus propias palabras, la poca aportación de sus maridos o parejas a la hora de repartir las tareas del hogar: "Comentarios como 'bueno, compartir, lo que se dice compartir', o 'yo no lo llamaría exactamente compartir' o 'pongámoslo así' sugieren que hay aún mucho camino por recorrer. El propio lenguaje no verbal revela algo diferente. Aun cuando afirmen textualmente que 'en teoría' las cosas van cambiando en la sociedad, no es necesariamente lo que les pasa a ellas".

La encuesta tiene aquí conclusiones demoledoras. En palabras de sus autores, "unas pocas entrevistadas admitieron que la responsabilidad no sólo es de los hombres, sino también de las mujeres. A veces son ellas las que creen demasiado en las ideas conservadoras de la estructura familiar, y no creen en ellas mismas en el campo profesional". De ahí que, si bien el cambio de mentalidad "debe producirse entre los hombres porque son quienes frenan el desarrollo profesional de las mujeres, también algunas mujeres deberían aumentar su autoestima".

Carlos Morales reconoce, no obstante, que, aunque quizá con lentitud, "el panorama ha cambiado para la mujer y en particular para la mujer emprendedora; en términos sociales el cambio se ha producido en los últimos 25 años y en términos más empresariales sobre todo a partir de 2000, generando un espacio social nuevo". Con todo, sostiene, "muchas mujeres no acaban de desprenderse de los resabios de una cultura empresarial masculina, los llevan incorporados y se nota cuando intentan justificar el machismo latente en sus esposos y parejas" en las tareas domésticas. El uso de verbos como "colaborar" o "ayudar", en lugar de "hacer" o "llevar a cabo", evidencia, según los investigadores, que los cambios aún no son profundos.

A pesar de todos los obstáculos, "la sensación de liberación" es otro de los rasgos de las respuestas de las entrevistadas, sobre todo por poder organizar su propio trabajo, y hacerlo con métodos personales y según las prioridades de una misma. "Independencia", "flexibilidad", "autonomía" y "libertad" son términos muy repetidos, aunque acompañados también de "esfuerzo", "disciplina", "más responsabilidades" y "trabajar más horas".

Reducción de jornada

Julia Alonso le pone nombre y apellido a este repaso hasta ahora anónimo. Tras más de diez años trabajando por cuenta ajena, el año pasado dio a luz a la empresa Secretariado y Protocolo, una firma online de asistencia ejecutiva, elaboración de documentos, traducciones, intérpretes y consultoría de protocolo. Con 39 años y radicada en Alicante, ha sido una de las participantes en la encuesta. Reconoce que, además de tener muchas ideas en la cabeza con ganas de desarrollar, en su anterior trabajo "estaba desanimada, con horarios fatales que conllevaban una disponibilidad total".

Tras pedir y conseguir la reducción de jornada, se encontró con que la carga de trabajo era prácticamente la misma, el sueldo "ridículo" y la sensación era de estar completamente relegada. "Di el paso de montar la empresa cuando me vi desbordada", confiesa. Encontrar las vías de financiación iniciales fue el peor trago. Superado éste, asegura que la flexibilidad horaria y el poder organizarse ella misma es lo que más le compensa, aunque ahora trabaja más que antes. Este diario la localizó en el móvil a media mañana de un lunes. Estaba en el médico, obligada por una urgencia de su hijo. "Antes", sostiene, "esto era un problema, ahora no. El trabajo pendiente ya lo haré, aunque sea a las doce de la noche, o mañana".

Raquel Pérez, una de las primeras microempresarias formadas en el proyecto europeo DIME.
Raquel Pérez, una de las primeras microempresarias formadas en el proyecto europeo DIME.CARLES FRANCESC

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