España, ¿una isla energética?
La interconexión energética entre Francia y España es un tema conveniente y necesario al que se le viene dando vueltas hace bastantes años y que parece haberse reactivado tras la cumbre en París del pasado mes de enero, coincidiendo a su vez con el proyecto de eje Mediterráneo que propone el presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, una iniciativa con la que el Gobierno español ha manifestado buena sintonía.
A menudo se califica a España de isla energética y, por tanto, se deduce que la interconexión con Francia es fundamental para garantizar el suministro de energía de nuestro país. Sin embargo, esta afirmación no tiene el mismo significado para la electricidad que para el gas natural.
"El Mercado Único de la Energía debe impulsar nuestra interconexión gasista con Francia"
El sector eléctrico español ha defendido desde hace muchos años el proyecto de la línea de alta tensión que cruzará los Pirineos con el objetivo de aumentar la capacidad de interconexión del 3% del consumo anual actual hasta el 6%, incremento que, si bien supondrá una mejora sustancial, sigue alejado de la recomendación de la Unión Europea de alcanzar un valor del 10% del mercado propio de cada Estado miembro de la Unión.
España necesita esta interconexión para fortalecer la seguridad del sistema eléctrico, y poder beneficiarse de los mejores precios revelados en la denominada plataforma continental del mercado eléctrico europeo (Francia, Alemania, Países Bajos y Austria), así como para poder evacuar los eventuales excedentes de la producción eólica española. El hecho de que Francia esté muy bien interconectada con el resto de sus vecinos geográficos es lo que posibilita este "lago centroeuropeo de precios del mercado eléctrico mayorista", a lo que ayuda el alto porcentaje de energía electronuclear francés.
Por nuestras condiciones geográficas, y por no tener una red con capacidad suficiente de conexión eléctrica orientada a Europa, se puede afirmar que para el sector eléctrico, España es una isla que con las condiciones actuales no puede aprovechar las ventajas que supondría un auténtico mercado europeo de la energía.
Sin embargo, el sector gasista, que también reclama una interconexión con Francia potente y acorde con el consumo de ambos países, se encuentra en un contexto muy distinto. A diferencia del sector eléctrico, que produce a nivel interno prácticamente la totalidad de la electricidad que se demanda, el sector gasista importa el 99% del gas natural que consume.
La condición de península y su excelente ubicación geográfica, supone en esta ocasión una oportunidad inmejorable para el desarrollo del sector. Gracias al gas natural licuado (GNL) y a la apuesta de nuestro país por esta tecnología, España recibe el 70% del gas natural en buques metaneros que permiten una diversificación de origen muy superior al del resto de países de la Unión Europea, sujetos a contratos por gasoducto. De hecho, la posición geográfica de España le puede convertir en el hub del gas del sur de Europa, siempre y cuando se produzca un fuerte avance en interconexiones gasistas.
Paradójicamente cabe considerar que el sector gasista español no está tan aislado como para calificarlo de isla, ya que cuenta con una serie de ventajas competitivas que le sitúan a la cabeza de Europa, con uno de los porfolios de aprovisionamiento más diversificados, que nos permite recibir gas de una docena de países. Al otro lado del mundo, se produce una situación parecida a la española en Japón, país que también desde hace años ha optado por basar su abastecimiento de gas natural a través del GNL, y dispone de una importante implantación de plantas de regasificación que la sitúan en la primera posición dentro del ranking mundial. El proyecto Sakalin, que propone la interconexión por gasoducto de Japón con esta península rusa, a pesar estar calificado por la IEA desde hace muchos años como un proyecto estrella de ejemplo de integración regional, no se ha podido desarrollar por problemas geoestratégicos.
Justamente por una razón inversa a la expuesta para Japón, el marco integrador que representa en Europa el Mercado Único de la Energía debe impulsar nuestra interconexión gasista con Francia con capacidad suficiente como para llegar al norte del país vecino. Así el mercado ibérico se integraría en el europeo y permitiría abrir la puerta del gas que llega a España al resto de países de la UE, facilitando las operaciones de los comercializadores gasistas activos en el mercado español en los otros mercados de la UE, y permitiendo que las infraestructuras de entrada de gas natural españolas puedan ofrecer una nueva vía de aprovisionamiento al centro de Europa. Gracias a esto se reforzaría su seguridad de suministro, incrementando la competencia y fortaleciendo el mercado energético europeo, uno de los grandes objetivos de la Comisión.
Para tender hacia una política energética común en la UE, es imprescindible la creación de infraestructuras transeuropeas (no únicamente transfronterizas entre dos países), lo que requiere el esfuerzo conjunto de todas las Administraciones y los agentes involucrados.
Nuestros esfuerzos deben dedicarse a cubrir esta necesidad, evitando que el desarrollo de las nuevas infraestructuras se demore. Actualmente existe una propuesta de ampliar los gasoductos existentes y de un nuevo gasoducto de alta capacidad hacia Francia, que permitirían multiplicar por seis la capacidad actual de transporte de gas hacia el país vecino y el resto de Europa. Estos gasoductos están proyectados dentro de las inversiones previstas para el sector del gas del nuevo plan energético nacional 2008-2016, que aprobará próximamente el Gobierno.
Antonio Llardén es presidente de Enagas.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.