"En el teatro prima hoy la imagen bonita", afirma Frank Castorf
El director ofrece 'Un tranvía llamado deseo' pleno de violencia y sexo
"La sociedad alemana se parece cada vez más a la americana. Todo tiene que ser políticamente correcto". El diagnóstico corresponde al ojo certero del director de escena Frank Castorf (Berlín Este, 1951), tan corrosivo como comprometido. Por ese motivo se rebela contra el teatro que, a su juicio, impera hoy, en el que prima "la palabra bella y la imagen bonita". Se resigna a que su postura le suponga cierto rechazo: "En Berlín no están contentos conmigo, me piden que haga algo diferente", asegura. Castorf ha viajado a Barcelona junto a los actores de la Voksbühne am Rosa-Luxemburg-Plazt, que él dirige, en una presentación fugaz de su Endstation Amerika. La obra es una incisiva versión de Un tranvía llamado deseo, de Tennessee Williams, que se presenta hoy y mañana en el Teatre Lliure.
Castorf, que es también director artístico de la Trienal del Ruhr, se siente "privilegiado" por haber vivido bajo un régimen totalitario porque en su beligerancia contra la dictadura "además de artistas éramos políticos". Y reivindica la necesidad de "volver a encontrar la esfera política en nuestra sociedad". "La dictadura te permite vivir sin ninguna neurosis. Puedes pensar que eres el mejor, pero que los demás te impiden ser genial". Aunque, obviamente, no siente ninguna nostalgia por el totalitarismo, sí añora la "dignidad" que éste suscitaba. Porque hacía a la gente más solidaria.
Endstation America no puede presentarse con el título original porque los herederos de Williams no lo permiten. Y eso que Castorf renunció a convertir en un hombre a la mítica Blanche Dubois para no enfadar a la familia. A los descendientes del dramaturgo no les convencía, entre otros detalles de la adaptación, que Stanley Kowalski, inmortalizado en el cine por Marlon Brando, sea un ex militante de Solidarnosc.
A ritmo de Britney Spears y Lou Reed, los protagonistas dirimen sus diferencias en un apartamento al estilo de las viviendas prefabricadas de la antigua Alemania oriental. Sexo, violencia y narración cinematográfica simultánea a las acciones de los actores aderezan el montaje de Castorf.
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