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Reportaje:

El momento de la maduración

Los expertos recomiendan que las empresas de artes escénicas aumenten su dimensión para afrontar la consolidación en un clima de bonanza

Las artes escénicas viven en España una bonanza sin precedentes. La inversión pública en nuevos espacios y rehabilitación de teatros, y el apoyo de los gobiernos autónomos y ayuntamientos a la producción y exhibición se ha sumado a una fructífera iniciativa privada, capaz de seguir nutriendo la oferta de espectáculos. El panorama en los últimos 20 años se ha transformado radicalmente y los expertos apuntan a que después de la fase de crecimiento ha llegado el momento de consolidar la producción y profesionalizar al máximo la gestión.

Nada diferente al resto de los sectores económicos, explicaba el profesor Lluís Bonet, de la Universidad de Barcelona, en la apertura de Escenium, tercer Foro Internacional de las Artes Escénicas que desde ayer se celebra en Bilbao con la participación de más de 400 profesionales. "Muchas y pequeñas empresas, con un número escaso de representaciones por temporada no son viables", resumió Bonet. "Es recomendable contar con empresas de mayor tamaño, que a la vez sean competitivas y cooperen entre sí para afrontar proyectos conjuntamente proyectos de más envergadura".

Las pequeñas productoras apenas montan 72 funciones por obra

Bonet ha dirigido el equipo que ha elaborado un análisis económico del sector de las artes escénicas en España. Junto a otras fuentes de información, han encuestado a cerca de un millar de entidades vinculadas al mundo del teatro ente productoras, teatros y festivales. No se ha encontrado un único modelo económico viable,pero el pequeño tamaño de las productoras de teatro -sólo una de cada cinco cuenta con un presupuesto anual superior a los 50.000 euros"- y su alta dependencia de las administraciones públicas, por la vía de las subvenciones y de la contratación por teatros públicos, son los puntos débiles del sistema.

Para avanzar hacia un panorama más sólido Bonet recomienda una "renuncia colectiva" al excesivo proteccionismo que vive el sector y el desarrollo de estrategias de captación de nuevos públicos. Y para que los mecanismos de funcionamiento económico se acerquen aún más a otras actividades, apunta la necesidad de "obtener recursos financieros alternativos, propios de un paisaje más competitivo".

Las conclusiones del análisis recomiendan reducir la dependencia de las adminsitraciones públicas, con "relaciones menos clientelares" y "más transparencia", y el fomento desde los circuitos territoriales de estrategias que impliquen compartir recursos y fomentar una mayor corresponsabilidad en los ingresos.

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Al minifundismo en las artes escénicas se une la sobreproducción de espectáculos. El bajo número de funciones por producción -una media de 72 representaciones en las pequeñas empresas y 182 en las que el presupuesto anual es superior al medio millón de euros- no permite amortizar el esfuerzo realizado en producción y distribución. El estudio revela que las producciones sobreviven gracias al entusiasmo de las gentes del teatro ("capacidad de autoexplotación de determinados artistas", precisan los autores del análisis económico) y a la protección que prestan las políticas culturales. "La puesta en marcha de nuevos recintos y la consolidación de los circuitos, o el hecho de que los teatros públicos acostumbren a pagar cachés más altos por los espectáculos permiten la viabilidad de producciones que sin ello contarían con un escaso mercado natural", añaden.

En su llamada a la consolidación del sector, Bonet defiende la apertura al exterior de las empresas de producción y los festivales. En los años de crecimiento la proximidad con el público ha sido positiva porque "ha permitido servir mejor a la ciudadanía y crear nuevos mercados donde prácticamente no existían", pero ha motivado que la balanza externa sea altamente deficitaria. Actualmente, sólo el 37% de las producciones se representan fuera de la comunidad autónoma de origen.

Al extranjero no llega más del 3,5%. Abrirse al exterior significa que las empresas tengan la posibilidad de incrementar la facturación y amortizar con mayor facilidad las inversiones, pero también, advierten los expertos, elevar la ambición y "aprender a competir en un marco más exigente".

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