El Rey elogia el papel de las empresas españolas en Egipto
Mubarak invita a los Reyes a una cena privada sin discursos
Como si fuese una empresa privada, el Gobierno egipcio encargó al Ejército la construcción de los cinco kilómetros de carretera que llevan a la planta de Cementos Aunión, en Suez. Como una empresa privada, el Ejército cobra un peaje por circular por ella. La tarifa no es alta, lo que es cara es la multa por exceso de carga. Los militares no tienen báscula, pero llevan fusiles. Así que no se discute con ellos. El coste del peaje y de las multas asciende a unos dos millones de dólares al año. Suficientes para construir varias carreteras como ésa.
La anécdota de la planta de Cementos Aunión, a punto de inaugurarse tras una inversión de 200 millones de dólares, ilustra los problemas con que tropiezan las empresas españolas en Egipto, a las que ayer elogió el Rey en su primera jornada de visita oficial a El Cairo. "España es uno de los más importantes clientes de Egipto en la UE, un país con una sólida capacidad inversora", dijo el Monarca, ante una nutrida representación de los 600 españoles que residen en el país árabe. "Disponemos de una economía abierta y dinámica, con empresas de reconocida capacidad y prestigio en sectores estratégicos, dispuestas a contribuir al crecimiento y al bienestar de este gran país", insistió don Juan Carlos.
Carácter económico
La tercera visita oficial de los Reyes en sus tres décadas de reinado (las anteriores fueron en 1977 y 1997) tiene un marcado carácter económico, como evidencia el hecho de que le recibiera en el aeropuerto el ministro de Finanzas, Yussef Butros Ghali (sobrino del ex secretario general de la ONU), o que le acompañe el ministro de Industria, Joan Clos, junto al de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, y a una delegación de unos 80 empresarios.
Con un crecimiento anual del 7% y unas cuentas públicas aparentemente saneadas, Egipto es un mercado apetecible para las empresas españolas. Proyectos como el tren de alta velocidad de El Cairo a Alejandría, la remodelación del puerto de Port Said o la extensión del metro de la capital suponen inversiones de cientos de millones de euros. Sin embargo, más allá de factores estructurales, como el desbocado crecimiento demográfico, que aumenta la población en 1,2 millones de personas cada año, el principal factor de incertidumbre es político.
El presidente Hosni Mubarak -con el que ayer se reunieron los Reyes en una cena privada sin discursos ni brindis oficiales por petición de las autoridades egipcias- está a punto de cumplir los 80 años. Y aunque todo el mundo apunta a su hijo Gamal como eventual sucesor, nadie se atreve a garantizarlo.
Gamal no es militar, y en Egipto los militares son los que hacen hasta las carreteras. "El Gobierno actual, de tecnócratas, que empezó con mucha fuerza en el año 2004, ha ido perdiendo fuelle", aseguran fuentes diplomáticas. "Nadie se atreve a tomar una decisión hasta que se despeje el futuro". Y ni siquiera se sabe cuándo va a empezar.
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