Un debutante de 37 años
Armando se estrena en la portería del Athletic a la edad en que se retiró Iribar
Armando Ribeiro de Aguilar (Sopelana, Vizcaya; 1971) debutó con el Athletic, el domingo en Zaragoza, a la edad en que José Ángel Iribar se retiró del fútbol. Los 37 años, sin duda, no son una edad para empezar, sino para ir pensando en el final, por más que la longevidad sea patrimonio de los porteros. Joaquín Caparrós decidió romper el paso de la historia. Tan harto debía de estar de Aranzubia que se fue a Ibaigane y clamó por la contratación de un portero. El Athletic rebuscó en la minienciclopedia de posibles y le propuso a Armando, de 37 años, diez de ellos en el Cádiz, donde era un ídolo local, y se lo puso en Lezama el viernes.
Armando llevaba toda la temporada en blanco porque Contreras le había arrebatado el puesto y discutía el banquillo con el veterano argentino Limia. Ni un minuto, ni una parada, y el final del contrato a la vista. A Armando, cuando le llamó el Athletic, se le abrió el cielo. Por fin podía militar en el club de sus amores (sólo arrebatados por el influjo gaditano). Así que le faltó tiempo para despedirse de la afición amarilla entre lágrimas. No en vano, los cadistas le tienen en el once ideal de la historia junto a tipos como Mágico González sin ir más lejos.
Fue despedirse y comenzar los problemas. El Athletic le ofrecía un contrato hasta junio, obviamente, mientras se recupera Gorka Iraizoz, pero con menos dinero de lo que ganaba en el Cádiz. Armando alucinó y a punto estuvo de frustrarse el fichaje, que, por fin, fue anunciado el viernes por el propio presidente rojiblanco, García Macua. Dos días después, con dos entrenamientos, sin conocer apenas a sus compañeros, Caparrós le hizo titular en Zaragoza. Algo así como un recibimiento a porta gayola y que salga el bicho por donde quiera. Salió bien porque el Zaragoza sólo tiró al poste, salvo una vez que la metió en la red sin culpa alguna del sorprendidísimo guardameta. Armando reconoció su sorpresa por jugar en La Romareda, pero se refugió en las frases que apelan a la solidaridad, la ayuda al equipo y la intensidad en los entrenamientos.
Tan urgente fue la petición de Caparrós y tan apresurado el fichaje que Armando se vino solo a Vizcaya y se aloja en la casa de sus padres en Sopelana, el pueblo de la costa vizcaína en el que nació. Espera la llegada de su familia para instalarse en su propia residencia de Sopelana, donde podrá practicar su otro deporte favorito, el surf, y degustar el pescado, su plato.
Criado en la escuela de Mareo (Gijón), su periplo por Logroño, Vitoria y Barakaldo se extendió a Cádiz, su segunda casa, antes de regresar a Bilbao cuando nadie lo esperaba. Caparrós ha tomado una decisión arriesgada. Aranzubia está k.o, el joven Raúl Fernández se ha visto frustrado y Armando se someterá el domingo ante el Levante al juicio de San Mamés. Todo, a la edad en que se retiró Iribar. Y Zubizarreta. Y Carmelo. Y Lezama.
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