"Te envío el ayuno por desafiarme"
Doña Cuaresma acaba con Don Carnal en la plaza Mayor y cierra el carnaval
La plaza Mayor se convirtió ayer al mediodía en un ring. En el lado este, con calzón rojo y un centenar de kilos, estaba el rey de la fiesta. Don Carnal, repantingado en su carroza, entre tragos de vino y mordiscos de chorizo. Todo risotadas, siempre tenía un momento para saludar a la afición, embutido en mano. "¿Quieres un poco? ¡Pues te lo compras!", les espetaba a los ciudadanos. Frente a Don Carnal, una figura gigantesca. Doña Cuaresma, de cinco metros de altura, espada en mano y torva la mirada. Entre esas cuatro paredes de la plaza se iba a librar un combate decisivo que ponía fin a cuatro días de excesos. Ahí acababa el carnaval.
Hasta el último momento, la lluvia fina que caía hacia la una de la tarde en Madrid hizo pensar que la lucha no sucedería. Pero de pronto irrumpió una procesión de monjes demacrados que avanzaban a ritmo de marcha fúnebre. Les acompañaban varios seres acuáticos, similares a los que pueblan El jardín de las delicias, de El Bosco. "Mira, los malos", le decía un chaval a su hermano menor. Bajo un maquillaje fantasmal se ocultaban los actores de la compañía Morboria. Dirigidos por Marco Berriel, recreaban un famoso episodio del Libro de buen amor, un texto inclasificable escrito por el Arcipreste de Hita en el siglo XIV.
Unos cincuenta actores recrean la célebre batalla del 'Libro de buen amor'
La lluvia apretaba justo en el momento en que Doña Cuaresma se lanzaba a la persecución de Don Carnal. Indignada, profirió una admonición estentórea. "De mí Doña Quaresma, justiçia de la mar, algoaçil de las almas, que se an de salvar, a ti Carnal goloso, que te non coydas fartar, envíote el ayuno por mí desafiar". No hacía falta ser un erudito en castellano medieval para darse cuente que a Don Carnal no le esperaba nada bueno. Él, sin embargo, se burlaba desde la distancia. "Está más gordo que el viernes", se admiraba un espectador. Pero la risa no le duró mucho. Doña Cuaresma le dio caza. Un año más, el ritual se repitió y el ayuno puso fin al breve desenfreno del carnaval.
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