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Elecciones presidenciales en Serbia

Los serbios votan con la vista en Europa

El presidente Tadic gana las elecciones gracias a la alta participación

Ramón Lobo

Serbia ha escogido a Europa. El presidente Borís Tadic ganó la segunda vuelta de las elecciones presidenciales celebradas ayer con el 50,75 % de los votos frente al 47,5% del candidato del Partido Radical, Tomislav Nikolic, según los datos oficiales con un 80% escrutado. La alta participación, 67,6% -casi siete puntos más que hace 15 días- ha sido decisiva.

La Unión Europea puede respirar y proseguir sus planes en Kosovo sin el temor de tener que lidiar con los ultranacionalistas en Belgrado. La Presidencia eslovena de la UE emitió anoche un comunicado que resumía la satisfacción por el resultado: "La UE desea profundizar su relación con Serbia y acelerar su progreso hacia la Unión, incluyendo su status de candidata". A pesar de ello, la independencia de la todavía provincia serbia es un paso repleto de riesgos

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Un Nikolic visiblemente abatido aceptó pronto la derrota, pese a que había gente en su partido dispuesta a defender lo contrario y enredar con el fantasma del fraude. "Esta vez ha ganado el miedo", dijo, felicitó a Tadic y prometió nuevas batallas ("vais a tener la oportunidad de votarme muy pronto"). "Quiero agradecer a todos aquellos que me han votado, porque ellos han entendido la necesidad de cambio. Estos resultados nos permiten ser optimistas", dijo desde la sede del Partido Radical en el bello barrio de Zemu, frente a las aguas del río Danubio.

El presidente Tadic, no menos emocionado, agradeció el apoyo de sus votantes, habló de la Serbia que desea ser parte de la UE y de la necesidad de renovación en la clase política. "Queremos ser parte de Europa, queremos cooperar con el mundo. Queremos decir al pueblo de Kosovo que nunca que les dejaremos abandonados, que debemos de trabajar juntos en busca de todo el potencial de Serbia".

Uno de los primeros regalos, más allá de la cascada de parabienes, que le podrían enviar a Tadic desde Bruselas es el levantamiento de las restricciones de los visados, que obliga a miles de serbios a guardar largas colas ante las embajadas de la UE en Belgrado, multiplicando los malos humores y alejando el deseo de ser Europa. Esos visados liberados serían la mejor arma contra la manipulación y el nacionalismo patológico que tanto daño ha hecho en los Balcanes.

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Miles de personas se lanzaron a las calles envueltas en banderas de Serbia, del Partido Democrático y alguna que otra de la UE. La sede del Partido Democrático fue el centro de peregrinación. De una de sus ventanas, de la misma a la que se asomó el añorado Zoran Djindjc durante las movilizaciones estudiantiles y de la oposición democrática contra Slobodan Milosevic en 1996 y 1997, apareció Tadic. Por un momento, parecía su reencarnación, más que su sucesor. Ahora tiene una nueva oportunidad para intentarlo.

Los analistas que poblaron las cadenas de televisión argumentaban que había podido más el miedo a Nikolic que el entusiasmo por Tadic.

El dilema, dictadura o democracia, caló en una población que ha acudido a votar en masa pese a la decepción que muchos sienten por la política del Partido Democrático y de su líder Tadic. Esta victoria es más una prórroga que un cheque en blanco.

El primer ministro, Vojislav Kostunica, que preside un cada vez más inestable Gobierno de coalición con el partido de Tadic, no pidió en ningún momento el apoyo para su socio. Incluso se hizo el perezoso para salir a votar.

Aunque parece el gran derrotado indirecto de estos comicios, dispone de bazas importantes, como la de formar un Gobierno con el Partido Radical. Aunque sería su suicidio político, podría volver a complicar la escena política serbia y de paso la kosovar.

Tras una campaña tan polarizada, pero sin incidentes graves, en lo único que están de acuerdo los serbios es que la de ayer fue sólo una batalla en la guerra entre las dos Serbias, la europea y la reaccionaria. La siguiente cita podría ser en mayo, en las elecciones anticipadas de las que todos hablan y que coincidirían con las locales.

La duda es si Tadic, Kostunica y Nikolic esperarán a perder legalmente Kosovo o será una última y desesperada jugada de pócker para ganar tiempo e intentar posponer aún más la independencia.

El presidente serbio, Boris Tadic, celebra la victoria en la sede del Partido Demócrata, anoche en Belgrado.
El presidente serbio, Boris Tadic, celebra la victoria en la sede del Partido Demócrata, anoche en Belgrado.REUTERS
Varias mujeres votan en Gracanica, un pueblo de Kosovo con mayoría de población serbia.
Varias mujeres votan en Gracanica, un pueblo de Kosovo con mayoría de población serbia.AP

Rock contra la abstención

Los organizadores del festival de rock Exit, uno de los más importantes que se celebran cada año en Serbia, montaron ayer un doble concierto contra la abstención en Nuevo Belgrado, la parte moderna de la capital al otro lado del río Sava.

Su título era ya una declaración de intenciones: "Con esto no se jode". En sus dos escenarios desfilaron los mejores grupos del nuevo rock nacional, como Darkwood Dub, Ritam Nereda y Obojeni Program. Y como reclamo extranjero, el ex marido de la islandesa Björk, el jamaicano-irlandés Goldie. El único requisito para cruzar las puertas del Expo Centar y disfrutar de una larga noche de rock y cerveza era mostrar el dedo índice de la mano derecha manchado con tinta indeleble, la prueba del que se había votado en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales.

En un país en el que el 90% de los jóvenes de entre 18 y 25 años no encuentra alicientes en las urnas, y que da la espalda a los políticos, cualquier recurso parecía bueno para sacarlos de casa y llevarlos al colegio electoral: conciertos, correos electrónicos con divertidos mensajes ("esconde el DNI a la abuela" con su correspondiente viñeta), a través del móvil, webs de redes sociales, como la popularísima Facebook, y llamadas de última hora a los amigos para convencer a los más recalcitrantes. Entre estos últimos se encuentra Sladajana, de 36 años, que cerrada en banda asegura que "da igual Borís Tadic o Tomislav Nikolic" y acaba colgando el teléfono a su amiga Violeta.

El tenista Novac Djokovic, el nuevo héroe nacional tras su victoria en el Abierto de Australia, llegó el sábado en loor de multitudes. Fue aclamado en el balcón del Ayuntamiento por decenas de miles de jóvenes que lo piropeaban y sacaban fotos. Djokovic es el nuevo referente ético de un país que necesita de ellos. Es esa parte de Serbia ajena a las guerras que ansía pasearse por el mundo con la cabeza alta. El tenista, que hizo escala en Belgrado antes de viajar a Moscú (otro gesto: Rusia debe esperar), no pudo solicitar el voto para Tadic porque era jornada de reflexión, pero su sola presencia ayer ante la urna y una nube de fotógrafos (repetida por las televisiones) era un mensaje claro: sal y vota Europa.

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