Los debates de Zenón
Los dirigentes del Partido Popular
han reconocido públicamente que cometieron un error al rechazar los debates de televisión en las elecciones de 2004, cuando todavía estaban seguros del triunfo. De acuerdo con sus cálculos de entonces, el duelo ante las cámaras acarreaba riesgos que no compensaban los eventuales beneficios. Entendían que era más fácil el papel del aspirante que el de quien salía a defender una posición ya conquistada -al menos, en teoría-, y entre otras argucias se escudaron en que la ley exigía la participación de todos los candidatos. El propósito de enmienda del PP parecía sincero hasta
la última ronda de contactos con el PSOE, en la que las negociaciones han embarrancado en la selección de las cadenas que albergarán los encuentros. Los populares exigen que sean Tele 5 y Antena 3, argumentando sus niveles de audiencia
y recordando que fue
en esas mismas cadenas donde se celebraron
la última vez,
15 años atrás.
Seguramente, Zenón de Elea aceptaba el movimiento como el PP acepta los debates. Pero al igual que el PP con los debates, Zenón se esforzaba en encontrar argumentos para demostrar que el movimiento era imposible. Puesto que para recorrer la distancia entre dos puntos es preciso recorrer antes la mitad, y antes la mitad de la mitad, y antes la mitad de la mitad de la mitad, y así, hasta el infinito, Zenón concluyó con su famosa aporía acerca de que el movimiento no existe. Para que los debates lleguen a celebrarse, el PP ha querido que antes se acordasen los temas, y antes de los temas los tiempos, y antes de los tiempos el orden, y así hasta llegar a las cadenas, donde por fin se han hecho fuertes para concluir que los debates no existen.
Frente a la aporía
de Zenón, la única respuesta concluyente es que el movimiento
se demuestra andando. De igual manera, la aceptación de los debates se demuestra debatiendo. No tiene sentido la obstinación del PP en confinar los debates en sólo dos cadenas, cuando lo que el PSOE ofrece es una señal institucional de la que todas, incluidas esas dos, puedan servirse. Al fin y al cabo, Zenón filosofaba por placer. En democracia, los debates son un derecho
de los ciudadanos.
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