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Columna
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Gallardones en Galicia

En Madrid ha llamado poderosamente la atención que Mariano Rajoy, presionado por Esperanza Aguirre, haya dejado fuera de su lista al alcalde Alberto Ruiz Gallardón. En Barcelona, conocedores de lo sucedido con Josep Piqué, quizá ya sorprendió menos. Y en Galicia, al menos entre los de buena memoria, seguramente impactó la noticia, como en el resto de España, pero nadie la encontró tan novedosa. Entre otras cosas, porque en el PP de Galicia también hay gallardones.

Casi de manera simultánea al caso Gallardón, Manuel Rivas se preguntó desde EL PAÍS cómo es posible que Rajoy, siendo conservador, no quiera conservar el idioma gallego, y Soledad Gallego-Díaz habló en este mismo diario del éxito cada vez mayor de la extrema derecha dentro del PP, una vez marginado Gallardón de la lista madrileña. Pero a lo mejor no es el conservadurismo lo que mejor define a Rajoy, una persona sin duda agradable en el trato corto, con gran capacidad de análisis pero muy pocas ganas de tomar decisiones. Quizá lo define mejor su capacidad para flotar, sin que nunca pase nada, de modo que si pasa, tampoco pase nada... al menos con él.

Cabezas cayó en Ourense ante el ensimismamiento de su amigo Mariano, y ahora hay alcalde del PSOE

Rajoy no es conservador ni deja de serlo, sólo es Mariano, un gallego de Pontevedra, que pronuncia Sangenjo, y que nunca se encontró a gusto en la política gallega, de ahí que se fuese a Madrid en cuanto José María Aznar le dio la primera oportunidad. Hay que reconocerle que, durante los años de Aznar, tuvo momentos estelares tanto desde el Gobierno como en el Congreso, e incluso que sus recelos con los nacionalistas gallegos supo dominarlos ante los nacionalistas catalanes, con los que logró pactar sin mojarse tampoco demasiado.

Una inesperada decisión de Aznar hizo que fuese designado candidato a la Presidencia del Gobierno, a dedo, y ahí empezaron sus problemas. Porque Mariano nació para ser registrador y vivir bien pero no para mandar, ni menos aún para cabrearse con nadie. Por eso cayó Gallardón. Por eso el PP perdió a Piqué. Por eso Javier Arenas está donde está. Y por eso mismo Aznar influye tanto en el PP. Pero no porque Mariano sea un conservador, sino porque Mariano es Mariano.

Un caso muy concreto. Rajoy tiene una buena relación con Manuel Cabezas, quien, además, es amigo de su hermano Luis, notario. Cabezas ganó en la ciudad de Ourense con mayoría absoluta. No era por tanto un don nadie al que había que echarle una mano, simplemente se trataba de mantenerlo. Por el contrario, a Rajoy le cae fatal José Luis Baltar -hablamos en términos políticos, claro-, y Baltar lo sabe desde que se integró en el PP. Pues bien, Baltar fue a por Cabezas por tierra, mar y aire, Cabezas cayó ante el ensimismamiento de su amigo Mariano y ahora en Ourense hay un alcalde socialista. ¿Pasó algo? Nada, al contrario, Baltar sigue haciendo en la deprimida provincia de Ourense lo que le da la gana.

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Y Manuel Cabezas no es el único Gallardón de Galicia. Mariano sabe que dejó caer a los suyos en Pontevedra, en Vigo, en Lugo... para mayor gloria de sus enemigos dentro del PP. Si finalmente el partido no cayó en manos de los llamados boinas fue por la habilidad de Romay Beccaría, que con muchos sacrificios logró situar al frente del PP de Galicia a Alberto Núñez Feijóo.

Algunos dirán: pero Alberto es un hombre de Mariano, un hombre de Madrid. No deja de ser cierto que lo es por afinidad personal o, más bien, por rechazo a otros personajes del viejo PP gallego, pero lo cierto es que no está ahí por Mariano, sino por sus propios méritos y el apoyo decidido, sin ambigüedades, de Romay y sus afines de A Coruña.

Cuando en un congreso del PP de Galicia terminó humillado en el poleiro, Rajoy pudo haber regresado a Madrid y poner a más de uno en su sitio, pero no lo hizo. Es así, y siendo así, ha llegado a donde ha llegado, que no es poco. Es más, si no es presidente del Gobierno no es por ser así, sino porque medió un inesperado 11-M, por otra parte mal gestionado por Aznar. Más todavía: a pesar de dejarse llevar durante toda la legislatura por hombres como Zaplana y Acebes, que él sabe mejor que nadie que dañan su imagen, y a pesar de que Aznar reina a sus anchas en el PP, Mariano no está totalmente descartado para el 9-M.

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