El IPC en 2007
Con el dato de diciembre, conocido el pasado martes, se cierra el año 2007 en cuanto a la inflación de los precios de consumo se refiere. El año arrancó con una tasa interanual relativamente baja para las costumbres españolas, un 2,4%, tasa que, décima arriba o abajo, se mantuvo hasta agosto. Hasta ese mes el componente de energía estuvo registrando tasas negativas y el de alimentos elaborados se mantuvo por debajo del 3%, a pesar de que las materias primas agrícolas mantenían desde hacía tiempo una tendencia al alza que no presagiaba nada bueno. Pero las cosas cambiaron bruscamente a partir de septiembre, cuando los fabricantes de alimentos (al unísono, como hacían los gremios medievales antes de que se inventara eso de la competencia) decidieron que ya era hora de repercutir el aumento de sus costes, al tiempo que la comparación interanual de los precios del petróleo dejó de ser negativa. Éstos mantuvieron una fuerte tendencia al alza durante todo el año, pasando el precio del barril de unos 54 dólares en enero a más de 90 en diciembre, aumento sólo parcialmente contrarrestado por la apreciación del euro frente al dólar. En tan sólo cuatro meses la inflación pasó del 2,2% en agosto al 4,2% en diciembre (gráficos izquierdo y central), cifra esta superior en 1,5 puntos porcentuales (pp) a la de diciembre de 2006. La mitad de esta subida es debida a la energía y la otra mitad a los alimentos elaborados, con el pan y la leche a la cabeza.
La inflación puede aumentar al 4,5% en enero y febrero, pero bajaría hasta el 3% en diciembre
Sin embargo, los dos componentes que forman el núcleo más representativo de la inflación, los bienes industriales no energéticos y los servicios, no se han comportado mal. Estos últimos mantienen una tasa elevada (3,8%), pero estable, y aquéllos han acabado el año con una tasa de tan sólo el 0,3%, casi un punto menos que un año antes. Si analizamos el diferencial inflacionista con la zona del euro, el total ha aumentado entre los meses de diciembre de 2006 y 2007 cuatro puntos porcentuales, pero el desglose por grupos de productos es muy desigual, observándose fuertes aumentos en alimentos y en energía (explicados por el menor gravamen fiscal en España), y descensos en servicios y sobre todo en bienes industriales no energéticos, que ha pasado a ser negativo (gráfico derecho).
La aceleración de los precios ha sido una tendencia generalizada en todo el mundo. En Estados Unidos la inflación pasó del 2% en agosto al 4,1% en diciembre, y en la zona euro, del 1,7% al 3,1%. Pero no por eso debemos dejar de preocuparnos, pues en el tema de la inflación España está muy mal situada. No sólo por el diferencial persistente con el resto de la eurozona, sino por los mecanismos de indiciación con el IPC de todo tipo de rentas, tasas y tarifas, que introducen rigidez en el proceso de formación de los costes y hacen más difícil que en otros países reconducir un brote inflacionista como el actual. Éste es un tema importante que debería afrontarse sin dilación en la próxima legislatura.
El comportamiento de la inflación durante 2008 va a depender en gran medida de lo que hagan los precios del petróleo y de las materias primas agrícolas. Si la tendencia al alza de estos últimos se modera y el precio del petróleo se mantiene en torno a su cotización actual (unos 95 dólares el barril), la inflación aún aumentaría hasta el 4,5% en enero y febrero, pero descendería después hasta el entorno del 3% en diciembre (gráfico izquierdo). Esperemos que se cumplan estos pronósticos mejor de lo que se cumplieron los que hicimos hace un año para 2007.
Ángel Laborda es director de coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros (Funcas).
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