La 'Premier' pierde la paciencia
Con la llegada de propietarios extranjeros, ocho equipos han cambiado ya de entrenador
Una revisión de los tópicos de la Liga inglesa: los jugadores no son ejemplos de calidad, juegan al pelotazo y se cuidan poco (la llegada de futbolistas y técnicos extranjeros ha cambiado esta mentalidad, sobre todo en los equipos grandes); los porteros ingleses no son fiables (esto sí que no cambia); y los entrenadores duran mucho en los banquillos (el último mito derribado). En un torneo que presumía de mantener a los técnicos largo tiempo en los clubes pese a los malos resultados, ser entrenador ha dejado de ser un trabajo seguro. Ocho equipos han cambiado de técnicos en las 22 jornadas disputadas hasta ahora, la cifra más alta de despidos entre las grandes Ligas europeas. En Italia han sido siete los técnicos destituidos (dos de ellos en el Cagliari), Francia ha cambiado cinco veces de inquilinos en los banquillos y España cerró ayer la primera vuelta con la destitución de Víctor Fernández, la cuarta del curso. Antes que él, Abel (Levante), Quique (Valencia) y Cúper (Betis) vieron la puerta trasera de sus equipos. Sin contar a Juande, que se marchó del Sevilla por voluntad propia al Tottenham.
"Creen que por gastar más, tendrán éxito", razona Benítez, también cuestionado
La figura tradicional del 'manager' con muchos años en el club está en peligro
La Premier ha perdido definitivamente la paciencia. El último en caer, Sam Allardyce, es el séptimo técnico guillotinado en 10 años en el Newcastle. Y no parece que el nuevo dueño del club, el multimillonario Mike Ashley, esté dispuesto a mantener la fe mucho tiempo en un preparador si no le convence después de gastarse 200 millones de euros en comprar la entidad. El club de las urracas es uno de los nueve equipos de la Premier que en los últimos cuatro años han caído en manos de multimillonarios -y el Birmingham está a punto de ser el décimo si lo adquiere Carson Yeung, un empresario chino amigo del ex jugador del Madrid Steve McManaman-. De los cuatro grandes, sólo el Arsenal sigue en manos inglesas, aunque ya tiene puesta la etiqueta con su precio en el mercado por si surge algún interesado: 975 millones de euros.
Los nuevos compradores son empresarios acostumbrados al éxito inmediato en sus negocios bajo una sencilla fórmula: a más dinero invertido, mejores resultados. Pero el fútbol está lleno de ejemplos que tiran por tierra esa ley. No lo entienden así los magnates estadounidenses y rusos que ha desembarcado en la Premier. Quieren títulos, éxitos. Los quieren ya. Y los entrenadores son los primeros culpables. "Inglaterra solía ser un lugar donde los entrenadores tenían más tiempo que en otros países, pero eso ha desaparecido ahora", explica Rafa Benítez, entrenador del Liverpool. "Esta nueva situación ha ido demasiado lejos", añade; "el ritmo de despidos es mucho peor que en Italia y España. Algo está cambiando. ¿Y por qué? Porque los clubes gastan ahora mucho dinero y los nuevos dueños creen que por gastar más, tendrán éxito, pero hay 20 equipos en la Liga y es imposible que los 20 triunfen. Sólo unos pocos pueden tener expectativas reales de ganar el título y 10 pueden aspirar a acabar entre los seis primeros, pero ya está".
La Premier, en efecto, ha tirado la casa por la ventana: si hace dos temporadas los clubes ingleses gastaron 444 millones en fichajes, el pasado verano el desembolso ascendió a 785, lo que representa un aumento de cerca del 60%. Este año el más espléndido fue el Manchester United, con 75 millones (pagó 32 por Anderson y 25 por Hargreaves), seguido del Liverpool (73, la mitad de ellos por Fernando Torres). En sus aspiraciones de nuevo rico, el Tottenham invirtió 50 millones, igual que el modesto Sunderland (comprado por un consorcio empresarial irlandés), pero eso no evitó que Martin Jol fuera destituido en la décima jornada dejando el camino libre a Juande.
"Si los dueños pierden la paciencia, echan sin pensarlo al manager, pero se ha demostrado que esto no es la mejor solución. En España hemos tenido experiencias de este tipo y sólo el 20% de los equipos han tenido luego mejores resultados. El resto cambian los técnicos, los jugadores, se gastan un montón de dinero y muchas veces van a peor", razona Benítez. Después de unos años gloriosos en Anfield, el español puede ser la siguiente víctima de la oleada de despidos. Los dueños del Liverpool, los estadounidenses Tom Hicks y George Gillet, le miran con recelo. "No puedo emplear la frase de que necesito tiempo, porque la gente cree que es una excusa, pero cuando llegué aquí la idea era hacer un proyecto con jugadores jóvenes, y en parte lo hemos conseguido. Nuestro equipo de reservas tiene una media de edad de 17 años y en dos o tres temporadas estarán entre los mejores. Mire al Arsenal. Han invertido en jóvenes y ahora lo disfrutan. Yo quiero hacer eso en el Liverpool, si puedo. Tengo dos años y medio más de contrato y si me ofrecen ampliarlo, lo haré", dice Benítez. En las casas de apuestas, sin embargo, su nombre es el primero entre los favoritos para ser despedido.
El técnico español anhela el modelo que Ferguson y Wenger disfrutan en el Manchester y el Arsenal. El escocés tardó cuatro años en ganar su primer título en Old Trafford (de 1986 a 1990) y el francés dos en Londres (de 1996 a 1998). Pero los tiempos están cambiando. Y la figura del director deportivo con plenos poderes y mucho tiempo por delante está en peligro. "Los resultados han pasado a un lugar preferencial y los dueños ya no tienen paciencia para ver si cuajan los proyectos", explica Juande. "La Premier parece una Liga de locos", cuenta Eduardo Macià, jefe de ojeadores del Liverpool. "Hay clubes con urgencias que no se corresponden con sus objetivos reales. Algunos de los últimos clasificados cambiaron de entrenador. Y el Sunderland, que estaba fatal, ha mantenido al técnico con el que subió, Roy Keane. La Premier es cada vez más importante y los clubes tienen más presión. Eso le ha pasado al Newcastle. Se puso objetivos demasiado altos. Los dueños extranjeros no tienen la misma mentalidad. Tienen problemas para comprender lo que han sido históricamente los clubes ingleses", afirma Macià. La Premier ya no es lo que era.
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