Víctor Fernández, destituido
El empate contra el Mallorca le cuesta el puesto al entrenador del Zaragoza
Parecía que el empate ante el Mallorca no era un resultado definitivo. Que le daba una bola extra. Incluso parte de la directiva enfiló para casa. Pero el presidente del Zaragoza, Eduardo Bandrés, y el máximo accionista, Agapito Iglesias, llamaron al orden. La cuerda se había estirado demasiado. Víctor Fernández fue destituido anoche. En Santander, el miércoles en la Copa, su sustituto provisional será Ander Garitano.
Defendido con vehemencia por el núcleo fuerte de la directiva, que apostó por el técnico para que su estilo de juego abanderara al club, se le acabó el carrete. Tras cuatro reuniones en la temporada, en las que se debatió su continuidad pero se impuso la opinión del máximo accionista y la del presidente, concluyó la segunda relación del técnico con el Zaragoza. En la primera consiguió una Recopa (1995) y una Copa (1997). "Ha sido una decisión difícil y dolorosa. Esta siempre será su casa", dijo Bandrés en una improvisada rueda de prensa; "pero hemos valorado la situación y decidido rescindir el contrato de mutuo acuerdo". Eliminado de la Copa de la UEFA a las primeras de cambio, menoscabado en la Liga y en la cuerda floja en la Copa -resta jugar la vuelta de los octavos contra el Racing (1-1 en la ida)-, Víctor Fernández no ha podido mantenerse. Ayer, como durante casi toda la Liga, tampoco pudo derrotar al Mallorca.
ZARAGOZA 2 - MALLORCA 2
Zaragoza: César; Diogo, Ayala, Pavón, Juanfran (Paredes, m. 77); Zapater, Luccin (Óscar, m. 46), Celades, Sergio García (D'Alessandro, m. 66); Diego Milito y Oliveira. No utilizados: López Vallejo, Gabi y C. Herrero.
Mallorca: Lux; Héctor, Nunes, D. Navarro, F. Navarro; Varela (Güiza, m. 46) (Valero, m. 90), Pereyra, Ibagaza, Jonás; Trejo (Víctor, m. 74) y Arango. No utilizados: Moya; Basinas, Tuni y Ballesteros.
Goles: 0-1. M. 16. Jonás. 1-1. M. 23. Diego Milito. 2-1. M. 36. Diego Milito. 2-2. M. 61. Güiza.
Árbitro: Turienzo Álvarez. Amonestó a Varela, D. Navarro, Pavón, Óscar, Ibagaza y Oliveira.
Unos 27.000 espectadores en el estadio de La Romareda.
Sin alas y sin intención de ensanchar el campo, el Zaragoza suda horrores con el balón en los pies. Palidece cuando debe combinar, coser jugadas o abrir espacios desde atrás con la circulación del balón. Pero juegan dos delanteros que no tienen precio. Entre Milito y Oliveira no hay chispa: no conectan ni a la de tres. Uno abronca y el otro hace oídos sordos. Por mucho que acompañen la jugada, si su pareja de baile está delante de la portería adversaria, se tornan invisibles. Pero son tan distintos, incisivos y exquisitos que fusilan y luego preguntan. Anoche carburó Oliveira, que descolocó a la zaga bermellona con sus desmarques y su velocidad, y definió Milito, que encontró la aquiescencia de Lux y remachó dos centros de Sergio García y Diogo. Sus goles no bastaron.
Tan amilanado como replegado, el Mallorca se limitó a defenderse, a situar la primera línea en la medular y la última en el balcón del área. Nueve hombres por detrás de la pelota. La idea era cerrar los huecos y la posibilidad de que el Zaragoza se desplegara. Así, rácano en la propuesta e indefinido en el ataque, el Mallorca funcionó. Entre otras razones, porque penalizó sin remisión los errores del Zaragoza, caído en la desidia por la inexpresividad del rival. Jonás centró al segundo palo y Varela, libre, la empalmó de forma majestuosa. Güiza, atento y pillo, puso el pie en un balón muerto. Dos errores, dos goles, un empate y una destitución.
Ya lo sabía Víctor Fernández cuando subió a las oficinas de la sede anoche tras recibir la llamada del presidente. De raíces aragonesas y zaragocista de pro, convino que lo mejor, ahora, era dejarlo.
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