El corazón de Guipúzcoa
En el corazón mismo de Guipúzcoa, a mitad de camino entre Tolosa y Azpeitia, en una carretera que no hace mucho era todavía camino rural, se encuentra Beizama. Colgada a media ladera, esta veintena de casas dispuestas al milímetro alrededor de una iglesia y un ayuntamiento imponentes cuenta con una larga historia que algunos remontan a los romanos. Ahora, la que también es cuna de reconocidos aizkolaris, alberga una atractiva escuela de la naturaleza, que nace en una de las casas del pueblo para extenderse por todo el municipio.
La ausencia de espacio dio pie a la imaginación de quienes trazaron el pueblo. Ahí está el viacrucis dispuesto a lo largo del muro que resguarda la carretera, o la disposición en cuesta de la iglesia, de origen renacentista, que se ha ido completando con el paso de los siglos. Frente a la iglesia, se encuentra el Ayuntamiento del siglo XVIII.
La plaza del pueblo es deudora de la orografía de Beizama: aunque pretende establecerse como el lugar más llano de la localidad (junto con el frontón), no deja de tener cierta inclinación hacia la iglesia, que ya se ha visto más de una vez anegada por las aguas en días de temporal. El paseo por esta localidad permite ir recordando algunas de las anécdotas que salpicaron la vida de Beizama a lo largo de los siglos. Entre sus caseríos hay que citar, por ejemplo, el de Korosagasti, ubicado en una zona aislada, a unos seis kilómetros del casco viejo, en lo que era la antigua encrucijada de los caminos que desde Beasain y Tolosa llegaban a Azpeitia. En Korosagasti se vivió el 14 de noviembre de 1926 el famoso crimen de Beizama, arquetipo de asesinato rural, en el que las víctimas fueron dos mujeres, madre e hija, en un suceso que revolucionó toda la comarca, todavía sin aclarar, que llevó a que Korosagasti no fuera nunca más habitado.
Poco más de un siglo antes, Beizama sufrió la presencia de las tropas inglesas en Guipúzcoa durante la Guerra de la Independencia; tropas que, paradójicamente, estaban para liberar a los vecinos de los franceses. Pero los de Beizama no admitieron desmanes británicos: las crónicas recuerdan cómo una partida de 16 soldados ingleses tuvo que salir por piernas porque no quisieron hacer frente a las deudas que contraídas en el pueblo.
Beizama ha sufrido el despoblamiento del medio rural con severidad. A principios del XX contaba con más de 600 habitantes que ahora rondan el centenar. Con el fin de mantener vivo el pueblo, sus vecinos han apostado por sacar partido a su ubicación privilegiada, con la puesta en marcha de una Escuela de la Naturaleza y un albergue.
La propuesta permite mantener vivas muchas prácticas rurales que se habían perdido, al mismo tiempo que los niños urbanos descubren cómo era la vida en el campo. Se han recuperado algunos elementos de la vida tradicional como la carbonera, la calera, el molino, etcétera, que se pueden disfrutar dentro de los distintos itinerarios organizados para disfrute de los más pequeños, sus profesores y cualquier visitante que se acerque por Beizama.
Eso sí, una cosa es la reivindicación de las formas de vida rurales, y otra, el dar la espalda a determinadas ventajas que dan las tecnologías. Un buen ejemplo es el de los responsables del caserío Arreta, que han instalado un sistema de vigilancia por cámaras de su rebaño de ovejas.
Datos prácticos
- Cómo llegar. Beizama se encuentra entre Tolosa y Azpeitia. Si se sale desde Tolosa (a la orilla de la N-1) hay que tomar la carretera que va a Bidegoian (GI-2634).
- Alojamiento. En Beizama, el albergue (943 151252). Ya en Errezil, los agroturismos Etxeberri (943 812992) y Letea (943 812887). En Albiztur, Segore Etxeberri (943 580976).
- Comer. Además del Letea de Errezil, se puede acudir a la sidrería Elustondo, (943 810315). En el barrio de Nuarbe, Mendizabal (943 814914) y asador Orbegozo (943 810509).
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.