"Sólo ciudades sofisticadas pueden tener su 'Time Out"

En 1968, Tony Elliott, fundador de la mítica cabecera londinense dedicada al ocio Time Out, era un joven estudiante de la Universidad de Keele con 75 libras en el bolsillo y unas ganas enormes de adentrarse en la efervescencia cultural que estaba marcando la sociedad británica. "Ya a mediados de los sesenta se estaban produciendo muchos cambios desde el punto de vista artístico. Pink Floyd y The Who eran la novedad, había buenas galerías y un teatro experimental muy interesante, pero en mi opinión nadie recogía esa información de manera eficiente. Así que decidí hacer una revista como si la hiciera para mí". Era el embrión de un gran grupo de comunicación que se ha extendido por todo el mundo y que ayer desembarcó en Barcelona con la distribución de Time Out Barcelona en los quioscos.

"Ésta debe ser una publicación local, por eso buscamos siempre un socio"

Para hacerse un hueco entre la enorme oferta de publicaciones y consolidarse como guía cultural de referencia, la cabecera británica sale en Cataluña con una tirada de 40.000 ejemplares semanales a un euro cada uno (1,95 a partir del séptimo número). Su target es siempre el mismo allí donde va: jóvenes urbanitas de entre 18 y 35 años con estudios universitarios y profundas inquietudes culturales, en activo y con algo de dinero en el bolsillo para ir al cine una vez al mes, dejarse caer por una exposición de arte o invertir en un buen libro, resume Elliott.

El fundador de Time Out recuerda que ésta comenzó a popularizarse cuando en 1995 Nueva York acogió la revista (hoy es su mayor distribuidor, con 127.000 ejemplares vendidos por semana.) A partir de entonces, otras ciudades empezaron a interesarse por ella y hoy la lista es interminable: París, Tokio, Estambul, Sidney, Mumbai... y ahora Barcelona. "Una ciudad Time Out debe tener cierto grado de sofisticación, mezclar diversas tendencias culturales. Para mí, un buen indicador a la hora de decantarme por un nuevo destino es observar si tiene una amplia oferta musical".

Para el grupo que preside Elliott, es fundamental encontrar en cada futura sede de la revista un socio que encabece el proyecto siguiendo las directrices que marca la cabecera madre. "Tenemos muy claro que debe ser una publicación local elaborada por profesionales que conozcan muy bien el terreno sobre el que escriben".

En Barcelona, ese socio es Sàpiens Publicacions, del Grup Cultura 03. El sello cuenta con el apoyo del grupo británico y apuesta por un formato atractivo que ya ha funcionado en otros lugares. Aunque la revista nació con unos recursos modestos, hoy es ya el mapa de exploración de miles de aventureros del asfalto. En cada entrega de la cabecera, éstos encuentran entrevistas, reseñas sobre restaurantes, exposiciones de arte, originales comercios, teatro y locales de marcha nocturna, además de reportajes que quieren reflejar cómo respira, en este caso, Barcelona, o mejor dicho, las diferentes barcelonas.

"La revista tiene una estructura crítica y ejercemos de filtro cultural. Somos independientes y incluimos sólo aquello que consideramos que merece la pena, independientemente de si lleva la etiqueta de comercial o independiente", asegura Elliott.