Pinceladas de vinilo
David Rodríguez Caballero muestra cómo es posible pintar "sin pintura"
Las obras de David Rodríguez Caballero (Pamplona, 1970) no son lo que parecen. Podrían pasar por esculturas. Pero son pinturas. Pinturas de aluminio, metacrilato, papel vegetal, esmalte o vinilo. Materiales que marcan cinco líneas de trabajo en su carrera a través de las que Rodríguez Caballero viene desarrollando desde 1998 su discurso de "pintar sin pintura". "Suelen ser materiales asépticos que yo poetizo, altero sus propiedades, los hago sensibles", explica el artista, que muestra desde hoy su trabajo en la Galería Marlborough de Madrid. Ello significa intervenir, casi violentar, los soportes. De hecho, sus obras, a distancia, parecen sencillas. Pero una mirada más cercana desvela la intensidad del trabajo a que han sido sometidas, un trabajo físico, artesanal, que se repite en toda la obra del artista.
"Estar en el sistema es lo que me permitirá entrar y salir de él"
Es su "gesto", que él mismo define: "Una expresión manual contenida siempre dentro de un orden y que, en mi caso, marca el enunciado de la obra". En el caso de los metacrilatos, el gesto, la huella del artista, se plasma en la aplicación de veladuras sobre el material, siempre en el mismo sentido, con el pulso preciso, controlado. De lejos, parecen monocromos; pero no lo son. Es el efecto "micro-macro", lo que parece y lo que es: "Es esa apariencia de lo industrial que se establece en la distancia en mis obras, respecto a lo lírico que se establece en la cercanía. Es también ese doble nivel de lectura que define mi trabajo y lo hace algo completo".
En el caso del aluminio, la mano del artista ha lijado la superficie hasta modificar su textura y crear la ilusión de que está pigmentada: "Según te mueves, la obra cambia. Es el espectador el que cierra la obra". En la obra en papel y vinilo, inspirada en la técnica japonesa del origami (papiroflexia o plegado de papel), el "gesto" está en los puntos de intersección, que son los campos de color. De los recortes que caían al suelo de su estudio mientras trabajaba con esta técnica surgió la idea de los vinilos: yuxtaponer varias capas de tiras irregulares de vinilo, superpuestas, sobre soportes de un plástico que aportan una transparencia lechosa. "Son tiras de varias dimensiones dispuestas en la misma dirección que generan una narración: el gesto metido a sangre en el formato", afirma Rodríguez Caballero. En 2003, el artista empezó a trabajar con esmaltes -de uñas- sobre acetatos y también con esmaltes cerámicos. Con esta técnica acaba de terminar una pieza de gran formato -15 metros- en la sede del Instituto Nacional de Estadística (INE) de Madrid.
"Los soportes son un elemento más, están en activo", explica el artista, horas antes de exhibir en Marlborough 15 piezas realizadas en vinilo y sus primeros grabados (20 carpetas con tres aguafuertes y aguatintas impresas por Rafael Rodríguez de Rivera). Rodríguez Caballero siempre, desde que estudiaba Bellas Artes en la Universidad del País Vasco, había tendido a la abstracción. Pero fue en 1998, cuando llegó a Nueva York becado por el Gobierno navarro, que descubrió el uso de los materiales que luego incorporó a su obra.
Trabajó en el MOMA y el Guggenheim durante su beca y aprendió algo más: que un artista debe conocer el mercado. "Soy consciente de que mi galería tiene que vender y que, según en qué colecciones estén mis cuadros, cuanto más cuesten, más posibilidades tendré de hacer cosas nuevas". ¿Poco romanticismo para un artista? "No soy excesivamente materialista, pero quiero jugar en primera división porque eso me permite ser más libre. Soy consciente de que tengo que estar en el sistema y que es el sistema el que me va a permitir entrar y salir de él". El hecho es que él está en el mercado gracias a su otra faceta profesional: la de comisario de exposiciones. "Me permite comprender mi campo de una manera más objetiva y profunda".
De momento, en su cabeza bulle un nuevo proyecto, una publicación en la que combinará sus vinilos con partituras de música. Y no descarta proyectos fronterizos con el diseño: "No problema con ello; Bacon diseñó muebles".
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