Viejos conocidos
El martes podía haber sido una noche tranquila, en compañía de viejos conocidos: volvía el genialoide doctor House (Cuatro), los surrealistas Hombres de Paco (a Antena 3) y los melodramáticos Herederos (TVE-1). Todos ellos se encontraban, a su vez, con el costumbrismo rancio de Los Serrano (Tele 5). Los viejos conocidos aparecieron, concentrados, para competir por los millones de espectadores que cada uno arrastra. El revival colectivo resucitó aquello tan antiguo: "Vale más malo conocido que peor por conocer". Revestidos con ropajes de estreno, los viejos conocidos recrearon el tópico lampedusiano: "Que todo cambie para que todo siga igual". ¿Aquí paz y después gloria?
Como en televisión hay que exprimir los éxitos hasta agotarlos, los viejos conocidos explotan hoy sus tics hasta la caricatura. El doctor House, más malhumorado, cojo, contundente y misántropo que nunca, descubre que trabaja mejor solo que en equipo cuando se trata de anomalías —¡espectacular guiño del guión!— que confunden el historial de los enfermos. Paco y compañía no sólo resucitan a un muerto a golpe de rock y escapan de una bomba sino que se supera un supuesto adulterio entre compañeros del alma y la hija rebelde se larga con un novio a Madagascar. ¡Qué bien sacan las cosas de quicio estas series! Mientras, los Herederos recuerdan, ante la tumba del torero muerto, los peores momentos de su etapa anterior. ¡Y qué momentos! El déjà vu es condición inseparable del esperpento verosímil, característica que todas estas series comparten. Y sus magníficos actores nos dejan los sentidos exhaustos.
No sé si es sano tanto sobresalto, tanto golpe de efecto, concentrado los martes por la noche. Claro que los viejos conocidos quedaron eclipsados por la estrella indiscutida de telediarios y tertulias: la rueda de prensa de Sarkozy —excelente resumen en Cuatro— fue, en realidad, el mejor de los culebrones.
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