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Reportaje:Octavos de final de la Copa del Rey

El triunfo del atrevimiento

Valverde, técnico del Espanyol, saca lo mejor de De la Peña con cuatro atacantes por delante, no con pivotes defensivos que le escolten

Jordi Quixano

Vació el saco de los balones y, al tiempo que soltó una sonrisilla, gritó: "¡Diferentes partidos!". Los jugadores resoplaron aliviados. Era el segundo día de la pretemporada y la pelota era el principal argumento del entrenamiento. "Ahí vimos que nada había cambiado", asienten ahora los futbolistas del Espanyol. A Ernesto Valverde, técnico blanquiazul, le gusta tanto el balón como una propuesta ofensiva ordenada. "Defender para atacar", define el entrenador, que entiende el fútbol en su vertiente ofensiva y que se apoya en Iván De la Peña para plasmarla. Cinco arriba y cinco atrás. "Pero sin estar divididos", incide. No le va mal. Tercero en la Liga, a un punto del Barça y a ocho del líder, el Madrid, es el tercer mejor Espanyol de la historia a estas alturas del campeonato. Hoy se bate en la ida de los octavos de final de la Copa con el Athletic, equipo donde jugó como futbolista, que después entrenó y del que sigue siendo socio. "Hay que ganar", resuelve. Los jugadores le creen. Probablemente, despliegan el fútbol más vertical de la Liga y, hasta ahora, casi siempre ganan.

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Admirador de la seguridad del Milan, del orden del Liverpool y de la intensidad del United, Valverde transmite sus consignas a los jugadores a base de repetirlas. "El portero debe actuar como libre del equipo y estar atento a los balones largos", sostiene Lafuente, que será titular este mes por la marcha de Kameni a la Copa África. "La defensa debe apretar lo más arriba posible. Y, con el balón, jugarlo siempre que se pueda", apunta Jarque. "A veces nos complica la vida", bromea Torrejón. "El medio está obligado a dar una alternativa a la salida de la pelota", argumenta Moisés Hurtado; "pero si se vence una línea, tiene casi prohibido volver hacia atrás". Superada la medular, la apuesta de Valverde es muy punzante. De la Peña inicia el juego y cuatro hombres por delante le esperan.

De cuerpo ligero, pases fantásticos y poco dado a rascar en el centro del campo, a Lo Pelat siempre le definieron como media punta. Así le situó Johan Cruyff cuando le ascendió del filial del Barça, así le mantuvo Robson cuando el cántabro deslumbró con Ronaldo en la punta de ataque, y así le desbravaron en Italia (Lazio) y Francia (Olympique de Marsella). Alrededor de Iván los técnicos crearon una corriente según la cual el futbolista sólo podía jugar con muchos escoltas por detrás. Falso. En el Espanyol ha sido más regular e incisivo que nunca desplegándose con muchos receptores por delante y apenas un guardaespaldas. Lotina le regeneró. "Reemplaza sus carencias defensivas con la inteligencia", convino. Pero Valverde lo ha exprimido como nadie. "Al principio lo probé de media punta para proteger el centro del campo", sostiene; "pero no teníamos juego y él nos lo dio como medio centro". Así, De la Peña reparte el juego a las alas, donde desborda Riera y Valdo dribla, o busca a Luis García y Tamudo, que echan a correr sin mirar atrás a la espera de que el balón les caiga en los pies. "Los extremos deben sorprender tanto por dentro como por fuera", desvela Valverde; "el media punta debe ser generoso en el esfuerzo y llegar desde atrás al remate". Y arriba, remacha Tamudo. "Si la tiene, la mete", concede.

A Valverde se le cayó el mentón al suelo cuando supo el presupuesto de este año. "Somos los segundos que menos han invertido", admite; "pero eso ha reconfortado el bloque". Tanto, que juega de memoria. "Hemos mejorado en la combinación", dice Moisés Hurtado. "Da la sensación de que podemos ganar en cualquier campo", agrega Luis García. "Ofensivamente, asustamos a los rivales", añade Riera. Para Valverde, "más importante que una táctica es el espíritu de equipo; ahora hay que aguantar el tirón". Todo pasa por atacar.

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