El último superviviente
Rick Wagoner ve cómo las piezas caen a su alrededor ante la prolongada crisis que atraviesa Detroit. La compañía que capitanea, General Motors (GM), cumple este año su primer centenario. Pero el ambiente no está para muchas celebraciones en la industria de la automoción. La crisis hipotecaria y el alto precio del petróleo amenazan con prolongar más la agonía, trastocando los planes de reflote en marcha. A sus 54 años de edad se esfuerza por mantener un equilibrio entre su vida profesional y familiar. Su primer coche fue un Camaro plateado de 1973 que compró con sus trabajos de verano. Por sus dos metros de altura y su espíritu competitivo y de trabajo en equipo bien podría haber sido en otra vida un jugador de baloncesto en la NBA.
Quizá su cualidad más destacada sea su capacidad para rodearse de talento, incluso recurriendo a profesionales fuera de la compañía, algo nunca visto entre sus predecesores en GM. Y no se da fácilmente por vencido. Por eso, en la primavera de 2005, decidió coger el toro por los cuernos y tomar el control de la división norteamericana del grupo ante el pobre rendimiento y la continua pérdida de mercado. Formado por las prestigiosas universidades de Duke y Harvard, Wagoner fue el consejero delegado más joven de GM cuando asumió ese cargo, en junio de 2000. Tenía 47 años, y no era precisamente un apasionado del motor. Eran los años dorados del sector, cuando se marcaban récords de ventas. Tres años después, el ejecutivo se haría con el puesto de presidente, que aún conserva a pesar de la convulsión que se vive en Detroit.
La carrera de Wagoner en GM comenzó como analista financiero en la oficina de Nueva York en 1977. Después se desplazaría a Brasil, Canadá y Europa. La experiencia recabada en esos tres mercados le alzaron en 1992 hasta el puesto de vicepresidente y director financiero, cargo que fue reforzando con otras responsabilidades globales, hasta que en 1994 fue designado presidente a cargo de las operaciones en Norteamérica.
El salto a lo más alto llegó poco después de que en 1998 fuera designado presidente y director de operaciones del grupo. Ahora, Wagoner se esmera por intentar preservar la supremacía de GM en el sector mundial del automóvil, seriamente amenazada por Toyota, y recuperar su rentabilidad. Las opiniones sobre su liderazgo y estilo de gestión divergen. Y, a pesar de las críticas y presiones, logró hacer frente a la embestida de Carlos Ghons, su rival en el consorcio Renault-Nissan. Dice que no le da miedo perder el puesto y que actúa por el bien de la compañía, no por las presiones de Wall Street.
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