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Columna
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2008 en el trampolín

Bisiesto, olímpico, calentón 2008 ya está aquí con sus saltos en el trampolín y la Iglesia tañendo las campanas de la intolerancia. 2008 llega con su temporal de nieve y sus casi 3.000 muertos en las carreteras estatales, casi un parte de guerra, más que el Pakistán de la difunta Benazir. 2008 llega con la electricidad más cara y el ladrillo congelado a la espera de que Solbes nos pase la mano por el pelo a todos los cristianos hipotecados diciendo que el Banco Central no piensa subir más el Euribor, medida que se nos atraganta como un turrón blando después de la sobredosis navideña.

Pepe Blanco, que de pequeño iba a los oficios de Palas de Rei y sacaba a los santos, dice que mienten y que él no lo puede tolerar, que el aborto y el divorcio y la sociedad laica ya estaban ahí cuando el dinosaurio de Valencia despertó en la Plaza de Colón a millares de fieles con la bandera de la Iglesia, quiero decir de España.

La Galicia bicéfala tendrá que seguir afinando su proyecto de modernidad y luchar contra el victimismo

Supongo que España tiene que revisar su Educación para la Ciudadanía urgentemente y su mala educación en general, puesto que no hay manera de enderezar el rumbo de esas aulas que nos ponen en el furgón de cola lejos de Finlandia (sí ya sé que hace mucho frío por ahí y que no tienen botellón ni petardos). En fin que nuestro paisano César Antonio Molina, que saca el tercer volumen de sus memorias, debería empezar a pensar que nuestros bachilleres distan mucho de conocer a T. S. Eliot y les vendría bien no un ordenador portátil, sino una clase de sujetos y verbos y predicados en la lengua de Pondal, de Gelmán o mismo la de los Artic Monkeys, que todo el mundo parece que sabe lenguas en estos inicios del año en curso.

Es la primera semana de enero pero ya parece que estamos en marzo. Y así no hay manera de que la alegría nos dure. Cuando nos descuidamos ya está aquí España volviendo a casa en cuartos de final de la Eurocopa, o Galicia jugando en Navidad otro amistoso contra Camerún. Bueno, algunos ya cuentan medallas estivales con David Cal surcando los canales de Aldán y de la China popular. En marzo, decidiremos el modelo que nos lleva, con más plomo en el tubo de escape o sin tantas emisiones; en marzo sabremos si alguien respeta al ganador y el ganador respeta al perdedor a no ser que éste se proclame vencedor por puntos o por votos o por esos escrutinios que suelen hacer los portavoces la noche de autos. A las pruebas me remito. Todo el mundo gana, nadie pierde, nadie entiende. Suponemos que si, según nuestra probada experiencia democrática, hace falta componer una mayoría, una mayoría de cualquier signo, están ahí los catalanes de CIU, los mismos de siempre ahora con los dientes afilados de jugar a la ruleta rusa con Montilla para que pueda caer la bola de un lado o de otro. También los canarios tienen su baza insular como siempre, si no que se lo pregunten al ex ministro de Justicia, tan buen mozo que le mandaron a su tierra, bajo el volcán. Las otras mayorías, son más fiables, puesto que Llamazares se siente a gusto con sus minutos de telediario en manos de la izquierda y Quintana ahora que ha estado en La Moncloa no va a esperar otro tren distinto del previsto, aunque Rajoy, que es de Pontevedra, estará dispuesto a deshacer unos cuantos nudos para que la alta velocidad llegue antes de tiempo y pase por Redondela. Otro cantar, otro país, otra espiral será Euskadi y el PNV en la primavera del post-talante.

Lo que está claro es que no nos va a faltar de nada en 2008. La Galicia bicéfala tendrá, más allá de los cambios en el Gobierno central, que seguir afinando su proyecto de modernidad: en la creación de empleo, en el respeto al medio ambiente, en la ordenación de un territorio caótico, seguir insistiendo en la batalla contra el victimismo crónico y hacer que el mundo rural no sea el eslabón perdido de una evolución que no se hará sin su consentimiento ni sin su recuperación. Hay que aprovechar esa buena sintonía con Madrid para las infraestructuras y tener el coraje y el talento suficientes para convertir un mausoleo como la Cidade da Cultura en un icono de esa ansiada cultura universal de la que los gallegos formamos parte. Son palabras mayores para una agenda que hasta principios de abril está seriamente perjudicada por esa misma hipótesis: cómo seguir en el poder, cómo seguir gobernando al lado de los mismos o de los otros. 2008 se prepara para saltar del trampolín.

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