Transgresión

Acostumbrado desde sus ancestros a que la católica y ecuménica Televisión Española haga en estas piadosas fechas tenaz y estomagante campaña de los sentimientos navideños, el espíritu religioso, la alegría de vivir, constatación del todo el mundo es bueno y demás melifluos rituales, creo alucinar al vislumbrar en TVE durante la noche de Navidad la película Bad Santa, protagonizada por un Santa Claus que detesta a los niños y les susurra con tono sádico múltiples barbaridades cada vez que se le acercan amorosamente a contarle sus deseos y a pedirle sus regalos, borracho contumaz y ladrón de cajas fuertes, blasfemo incendiario y adicto al sexo. Y flipo al escuchar de su sucia y nihilista boca la siguiente y repetida certidumbre mientras que sodomiza a una voluminosa y excitadísima señora en el probador de unos grandes almacenes: "No vas a cagar bien en un mes". No me queda más remedio que reconocer la profética lucidez de Dylan cuando aseguraba que los tiempos están cambiando.

Dos días más tarde escucho en La 2 un villancico en el blanco y negro de una rijosa ciudad de provincias que afirma: "Porque en este mundo ya no hay caridad, ni nunca la ha habido ni nunca la habrá". Es el final de Plácido, el alegato más feroz y genial que se ha hecho nunca contra la falacia y la hipocresía con las que se enmascara la caridad cristiana, centrada en el lema de "siente un pobre a su mesa en Navidad".

Qué escándalo, qué palpable demostración de que el diablo se ha adueñado de un feudo que siempre le ha pertenecido a los aguerridos manifestantes contra el Apocalipsis que acosa a la familia. Por cierto: ¿estaba en Colón exponiendo sus intelectuales y revolucionarias tesis sobre la intolerable provocación que ejercen los niños y las niñas en los indefensos pederastas ese obispo al que ha malinterpretado el satánico rojerío? Y el impune pavo no está en la cárcel ni en el frenopático.