"Estaba en su mejor temporada"

Las puertas del estadio Fir Park se convirtieron ayer en un improvisado santuario para despedir a Phil O'Donnell, el futbolista que perdió la vida el pasado sábado tras la disputa del partido de la Liga escocesa entre su equipo, el Motherwell, y el Dundee United. Los aficionados, ataviados con banderas y bufandas, acudieron con flores y fotografías para rendir homenaje a su capitán. El padre del jugador, Bernard, emitió un comunicado en el que agradeció las muestras de afecto y pidió respeto para la intimidad de la familia: "Estamos muy agradecidos por las muestras de cariño y apoyo que hemos recibido de dentro y de fuera del mundo del fútbol. Pero pedimos que se respete nuestra privacidad y queremos tiempo para nuestro duelo. Ninguno de nosotros puede aún comprender lo que ha pasado".

Y es que las causas exactas de la tragedia aún están por determinar, a la espera de la autopsia, que se practicará en los próximos días. O'Donnell, de 35 años, con esposa y cuatro hijos, sufrió un desvanecimiento en pleno partido, cuando iba a ser sustituido por un compañero. El centrocampista se desplomó en el césped, donde fue asistido por los servicios médicos de su equipo. Rápidamente fue trasladado en ambulancia a un hospital cercano, en el que, poco después, se comunicó su muerte, al parecer provocada por una apoplejía derivada de una enfermedad cardiaca.

El club, en señal de duelo, ha suspendido los próximos dos partidos que tenía que disputar. "Estaba en su mejor temporada. Hubo momentos en los que miraba al banquillo y sonreía, sobrecogido por el juego que hacíamos y la actitud de los jóvenes a su alrededor", dijo Mark McGhee, técnico del Motherwell.

La muerte de O'Donnell es la tercera en un campo de fútbol este curso. Antonio Puerta, jugador del Sevilla, de 22 años, cayó desplomado ante el Getafe. Chaswe Nsofwa, del Hapoel Beersheba, israelí, murió en un entrenamiento.