Misoginia y xenofobia
No estamos entrenados para estar mandados por mujeres. La incorporación de la mujer a la vida pública ha sido tan rápida y tan reciente que cuesta asimilar verlas en puestos de responsabilidad. Máxime en la política, donde a lo más que se llegó fue a que ocuparan ministerios y consejerías asistenciales. Asuntos de esos de los que antes se decía para los que las mujeres tienen una sensibilidad especial. La llegada de una generación de mujeres a la vida pública las ha llevado también a puestos de responsabilidad típicamente masculinos. Y uno de esos son las obras públicas. De manera paralela, la Administración del Estado ha cedido capacidad a las autonomías pero uno de los ministerios con más competencias y recursos es el de Fomento. Un ministerio muy varonil, de gente subida de testosterona como Álvarez Cascos. A ese lugar llegó una mujer andaluza hace casi cuatro años. Además, una mujer elegante, con fama de decidida -cuentan que ella le dijo al presidente Zapatero cuando le propuso el cargo: "Sabes que soy una mujer difícil"- y enérgica, sin ningún temor a tomar decisiones y a ejecutar las políticas que establecía su Gobierno, como se demostró cuando era consejera de Economía de la Junta de Andalucía con Cajasur, cuando el Gobierno del PP decidió retirar esa competencia a la Junta, o cuando los dos presidentes de las cajas sevillanas decidieron participar en una conspiración con el PP y un periódico campeón de las conspiraciones y las mentiras.
Que una mujer andaluza tome decisiones no fue aceptado por los políticos catalanes y la derecha
No estamos entrenados para estar mandados por mujeres. Cuesta verlas en puestos de responsabilidad
Magdalena Álvarez fue la primera mujer en ocupar el Ministerio de Fomento. Y lo hizo con el empeño acostumbrado. Desplegó sus proyectos sobre el mapa de España, entre los que se encontraba la prioridad para el desarrollo del AVE, incluidos proyectos elaborados por el gobierno anterior, como los trayectos de alta velocidad a Málaga, Valladolid y Barcelona. Tras la formidable inversión en el nuevo Barajas que hicieron los gobiernos de Aznar, Magdalena Álvarez se fijó en el desarrollo del AVE por toda España. Por supuesto que esta opción cuenta con sus detractores, de manera especial entre IU que ha defendido siempre la prioridad para el cercanías. Pero como hace 100 años con el ferrocarril, la ciudad que ahora no tiene AVE se siente fuera de la modernidad. El asunto es que al final se demostró que la decisión adoptada por todas las administraciones para que el AVE llegara al centro de Barcelona y lo hiciera por el canal ferroviario compartido por el cercanías fue un error mayúsculo.
Los problemas se multiplicaron por el hecho de haber anunciado una fecha para la inauguración. Las otras administraciones que habían participado en el diseño de la operación se quitaron de en medio cuando llegaron los problemas, de manera especial la Generalitat. Todo el lío ha llevado a los oportunistas de siempre a pedir la independencia. En esta situación, que una mujer andaluza tome decisiones no fue aceptado por los políticos catalanes, ayudados por la derecha españolista más cerril. Una mezcla de misoginia y xenofobia desató una de las cacerías políticas de mayor alcance en la política reciente y ya se sabe que a la derecha siempre le han gustado las cacerías.
Si los problemas de las obras en Barcelona han servido para pedir la independencia, en el resto de España han sido utilizados por los grupos y los medios de comunicación más reaccionarios. En las líneas de AVE recién inauguradas se miden los minutos de retraso en cada tren y se magnifica cada incidencia. Se pronosticaron retrasos y problemas en las obras de Málaga que luego no fueron verdad, se puso énfasis en fallos de algún túnel que no lo eran y otras simplezas propias de gente de escasos recursos políticos. Todo para atacar a la ministra de Fomento. Ella ha respondido siempre con firmeza, lo que ha cebado la bomba hasta alcanzar el maridaje de la derecha españolista y el independentismo catalán con su reprobación en el Senado. Al final, el día que Magdalena Álvarez no esté en el ministerio, en Andalucía la echaremos de menos.
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