Víctimas en tierra extraña
Las familias de los dos muertos en la T-4 tratan de rehacer sus vidas en España
Luis Geovanni Palate ignora todo sobre la autodeterminación del pueblo vasco. "No le puedo decir nada de ETA. Sé que mató a mi hermano en la T-4 pero poco más", narra desde Valencia. El domingo se cumple un año del atentado que rompió la tregua de ETA y que costó la vida a los ecuatorianos Carlos Alonso Palate y Diego Armando Estacio.
De vivir en Ambato (Ecuador), la familia Palate -dos hermanos, hermana y la madre- ha pasado a residir en un piso en Valencia. Viven junto al mar, algo que Basilia, la madre, de 59 años, no había visto hasta que el pasado 6 de febrero pisó la playa de la Malvarrosa. Los tres hermanos y la madre recibieron la nacionalidad española por vía extraordinaria en marzo y poco a poco han recibido ayudas.
"De ETA sólo sé que mató a mi hermano en Barajas, poco más"
Basilia, que se decía ciega en Ecuador, tenía en realidad cataratas propias de su edad. Fue operada y ahora ve. Recibe una pensión mensual de 2.500 euros como víctima del terrorismo, ya que dependía económicamente de su hijo Carlos Alonso, que trabajaba en la naranja en Valencia. La casa en la que viven es de la Sociedad Pública de Alquiler y ahora han recibido la oferta de mudarse a un piso de protección oficial en Burjassot. Lo están meditando, igual que regresar a Ecuador. "Echamos de menos aquello, y aunque aquí estamos bien, se nos está haciendo raro pasar la Navidad tan lejos".
Para facilitar su adaptación a España, la Dirección General de Apoyo a las Víctimas del Terrorismo ayudó a Luis Jaime y Luis Geovanni, ambos con una discapacidad, a encontrar un trabajo. A través de la ONCE, Luis Jaime hizo cursos de ofimática e informática y trabaja en una zapatería como administrativo. Luis Geovanni hizo cursos de informática y manualidades y es maquetista en la Fundación Mar Sin Fronteras, que adapta barcos para discapacitados.
Los tres hermanos Palate y Basilia acudieron ayer a Madrid a un concierto-homenaje a Carlos Alonso. Abrumado por la gente y por el aniversario, Luis Jaime no pudo ocultar las lágrimas. "No, no quiero hablar más de mi hermano, me pongo muy triste", decía a duras penas.
Para no tener que pasar por ese mal trago, Winston Estacio, el padre de Diego Armando, la otra víctima mortal, ha decidido pasar las fiestas en Ecuador, donde está enterrado su hijo. "Ha sido un año muy duro; no ha pasado un momento en que no recordase aquellos días", explica por teléfono desde Ecuador. La adaptación a España ha sido más fácil para los Estacio. Winston, que hasta hace mes y medio trabajaba en la empresa Sacyr-Vallehermoso, vive en Madrid desde hace 10 años. La madre de Diego, Jacqueline, residía desde hacía cinco en Italia. Ahora es cuidadora en una residencia de ancianos en Madrid, lo que le impidió acudir al homenaje a su hijo. Salvo Winston, que vive con su actual pareja, el resto de la familia de Diego Armando reside en el barrio madrileño de la Ventilla, en unos pisos que les otorgó la Comunidad de Madrid tras el atentado. La T-4 marcará siempre sus vidas.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.