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Reportaje:

A los que tienen de todo ahora les regalan experiencias

La fiebre por las emociones genera un nuevo negocio en España

Poco tienen en común Tomás, un abogado de 41 años de traje bien planchado del Ayuntamiento de Boadilla del Campo (Madrid), y Juanjo, un joven ibicenco, de 29 y aspecto desaliñado, que trabaja en una empresa de alquiler de coches. Aparentemente. Los dos se encienden apenas sienten el olor a gasolina y el ensordecedor rugido de los bólidos, comparten una auténtica pasión por el motor. Y los dos recibieron como regalo de cumpleaños, de sus respectivas parejas, la experiencia de sentirse Fernando Alonso por un día: 20 minutos de conducción en un fórmula en el circuito de Montmeló.

La fiebre por experimentar la sensación de ir a toda pastilla en un circuito de alta velocidad es una de las actividades que está contribuyendo a generar un nuevo negocio en España, el de regalar experiencias. "Es el producto estrella, este año la demanda en todas sus modalidades se ha multiplicado por cuatro", explica David York, fundador de Emocionday, creada en Alicante hace dos años. Pilotar una avioneta, hacer vuelos acrobáticos, saltar en paracaídas, navegar en yate o un pack de bienestar con masajes de todo el mundo también forman parte del catálogo.

Las empresas especializadas en ofrecer este tipo de regalos, apenas media docena en España y por Internet, se están poniendo las botas gracias a una demanda que cada año se dispara. La que más factura llegará al millón de euros, pero sus ingresos -los de todas- se doblan cada ejercicio. Y lo que vendrá. "En España tenemos mucho camino por delante, apenas hemos empezado, comparado con Reino Unido, con más de 500 empresas especializadas", explica Yorke. "Calculamos que el mercado potencial de experiencias es de 250 millones de euros en cinco años", vaticina Kristjan J. Kristjansson, socio y directivo de Muchomásqueunregalo, la pionera en España.

Democratizar el lujo

¿Por qué ya no nos conformamos con un reloj, un perfume o un jersey? "Cuando alguien tiene de todo, lo que busca es una experiencia", explica Kristjansson.

"El mundo está lleno de objetos, la acumulación de bienes empieza a ser poco rentable, el capitalismo de ahora incita a consumir nuevas experiencias de vida", proclama el sociólogo Vicente Verdú. "El lujo más envidiado", prosigue, "se encuentra en la voluntad de tener experiencias, o una vida distinta, lo más exótica y sorprendente posible".

La experiencia es personal y única, "eso es lo bonito. Quizá alguien estará dispuesto a pagar 5.000 euros por estar cinco minutos cara a cara con Ronaldinho", explica Kristjansson. La mayoría de los servicios van dirigidos a un público con un poder adquisitivo medio y medio-alto. Los precios oscilan entre los 100 euros -lo que cuesta un viaje en barco o un romántico crucero con luna llena- hasta los 350 de conducir un fórmula en Montmeló. Es una forma de democratizar el lujo.

En Tema libre, otra empresa, se puede comprar aventura por 60 euros. La apuesta de su directora, Jacquline Pistoulet, es vender packs de experiencias, "pero conservando la ilusión por el regalo, que es la caja". Tiene cuatro cajas: aventura, gastronomía, bienestar y adrenalina. Dentro de cada una hay varias posibilidades, distintas experiencias.

No sólo los particulares buscan nuevas experiencias, también las empresas, que aportan la mitad del negocio del sector. Eden Springs ha contratado recientemente dos veleros, por más de 1.600 euros, para celebrar una reunión de marketing. "Las reuniones duran mucho, hay que desconectar", explica.

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