A vueltas con los expresos
La oficina de Relaciones con los Medios de Comunicación de Renfe contestaba, el 19 del 12 en la sección de Opinión de EL PAÍS, a una carta mía sobre la supresión de todos los expresos nocturnos a las ciudades del norte, publicada a su vez el 18 del 12, pero entiendo que en ellas ni contestan ni explican las razones que justifican la supresión de este servicio público a partir del 22 de diciembre.
Más bien, al contrario, parece como si quisieran confundirnos con una táctica tristemente habitual que cada vez engaña a menos gente: en castellano una supresión de servicio, o una supresión de empleos, no es una reestructuración, sino una supresión, la eliminación de un trayecto que se venía haciendo desde hace 100 años y que no se sustituye por ningún otro. ¿Cómo se puede pretender que, por ejemplo, de Irún a Madrid el trayecto alternativo propuesto tarde casi seis horas y sentado toda una mañana, y sea competitivo con el trayecto nocturno que permite hacer todo el viaje durmiendo o descansando en cama o litera? Dicho sea de paso, para este destino, que también lo es con el sur de Francia a través de Hendaya, la reestructuración significa pasar de tres servicios a sólo dos al día.
Que mejoren los servicios diarios está muy bien, hace años que se esperaba, pero que no nos hagan comulgar con ruedas de molino; las de la máquina que impulsa el cómodo tren de noche quedarán paradas en las cocheras y ésta es la realidad que se vienen empeñando en esconder pero que la ciudadanía debe conocer; ¡ah! y que apliquen los estudios de mercado que mencionan para mejorar este servicio en vez de eliminarlo.