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Tribuna:COYUNTURA NACIONAL
Tribuna
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El tobogán inflacionista

Esta semana conocimos los datos completos del IPC de noviembre, que confirmaron el avance que hizo el INE a finales de ese mes. La inflación (subida acumulada en los doce últimos meses) volvió a repuntar fuertemente, situándose en el 4,1%, medio punto más que en el mes anterior. Cabe recordar que en agosto estaba en el 2,2%. Pero ni aquella cifra era representativa de la verdadera tendencia de fondo de los precios ni esta última tampoco lo es. La volatilidad de los precios del petróleo en los últimos meses, y más recientemente de los alimentos, ha hecho de la evolución de la inflación una especie de tobogán (gráfico izquierdo), si bien, al contrario de lo que sucede en dicha infernal atracción, el pánico se desata no cuando bajamos sino cuando subimos.

La inflación aún continuará aumentando hasta el 4,4% en enero, para bajar posteriormente

Por eso los analistas nos inventamos hace tiempo el concepto de inflación subyacente como indicador tendencial de los precios, obteniéndola excluyendo del IPC los componentes más volátiles, que unas veces se sitúan por encima y otras por debajo de aquélla, pero sin afectar a su tendencia. Tradicionalmente, en España estos componentes son los productos energéticos y los alimentos frescos, si bien en estos momentos sería mejor utilizar el concepto de inflación subyacente norteamericano, que prescinde de todos los alimentos, incluyendo los elaborados. Así, en Estados Unidos, la inflación subyacente es la media de los servicios y los productos industriales no energéticos. La inflación subyacente, según el concepto español, está en el 3,2%, una décima más que en octubre y siete décimas más que en agosto, lo que es debido al fuerte repunte de los alimentos elaborados. Si prescindimos de éstos, la inflación subyacente se situó en octubre en el 2,3%, la misma tasa que en octubre y una décima menos que en agosto (gráfico central). Eso no quiere decir que la verdadera inflación, la que nos afecta a los bolsillos, no sea el 4,1%, sino simplemente que la tendencia de fondo de la misma no es al alza, por lo que cabe esperar que cuando se agoten los factores que la están impulsando por la cuesta arriba del tobogán se oriente de nuevo a la baja.

Esta elevada volatilidad de la inflación hace que no tenga sentido indizar las revisiones de pensiones, salarios, alquileres, tarifas y precios públicos a la tasa de un mes concreto, pues ello puede provocar distorsiones y efectos negativos sobre los costes relativos de España respecto al resto de la zona del euro, con las consiguientes pérdidas de competitividad. Si como mal menor (mejor sería, desde luego, desligar los procesos de formación de las rentas del IPC español), seguimos indizando dichas rentas al IPC, hagámoslo con un indicador más estable, como sería la inflación subyacente o la inflación media de los doce últimos meses.

Como es bien sabido, los factores que han impulsado la inflación al 4,1% son fundamentalmente los precios del petróleo y de los alimentos (gráfico derecho). Prever cuál va a ser su evolución en el próximo año es un ejercicio prácticamente imposible. Por eso las previsiones de inflación incluyen un alto grado de incertidumbre. Las que se presentan en los gráficos adjuntos están hechas bajo la hipótesis de que los precios de las materias primas agrícolas se moderen y que el precio del petróleo y el tipo de cambio euro/dólar se estabilicen en torno a sus niveles actuales como media de 2008. Si ello sucediera aproximadamente así, la inflación aún continuaría aumentando hasta el 4,4% en enero, pero posteriormente iniciaría la cuesta abajo para terminar el año 2008 en torno al 2,6%.

Ángel Laborda es director de coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros (FUNCAS).

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