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Columna
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Aborto navideño

Jesús Ruiz Mantilla

Creían ustedes haberlo visto todo en esta vida, ¿no? Estaban convencidos de haberse curado ya a las presentes alturas de espanto, ¿verdad? Pues no se vayan a confiar y sigan a cubierto, porque algunos todavía se empeñan en ampliar todos los límites de nuestra capacidad de sorpresa.

Los muy pacientes y heroicos vecinos de Madrid habíamos superado ya las obras de la M-30, las grescas entre Esperanza y Gallardón, que hace tiempo batieron todas las escenas más escabrosas de La guerra de los Rose; las turradas que Sánchez Dragó mete en los arranques de su catequesis televisiva, los insultos caníbales de varios mendrugos envueltos en la bandera de España contra Zerolo en mitad del minuto de silencio por las víctimas del terrorismo, el eje Prado Recoletos y a Tita Cervera atada a los árboles; los taxis con la Cope a todo volumen -por cierto, Federico, cada vez menos, según el EGM, se siente: te jodes-; al pobre Mariano con esas teorías de su primo sobre el cambio climático, el guateque de las licencias y la oposición pasando del cotarro; las peras y manzanas de la Botella y a su marido hablando -o lo que sea- inglés y ahora chapurreando italiano, el Tamayazo y las luchas cainitas de la FSM, las homilías de Rouco, la T-4...

Esta visto que Aguirre prefiere el acoso y la violencia contra ciertos sectores

Pues hay más. Nuevas cruzadas. Otra persecución sin tregua ante la que no conviene cruzarse de brazos. Está claro que Esperanza Aguirre quiere quitarle el puesto a Rajoy pasándole por la ultraderecha. Es el carril que le queda libre porque el del centro se lo ha ocupado su amado Alberto. Pero a ella le da igual. Sonríe y juega sus cartas perfectamente por ese hueco. Primero arrojó a su Torquemada favorito, el amigo Lamela, contra el Doctor Montes en Leganés con un asunto en el que el hospital ha quedado libre de toda sospecha pero el antiguo y siniestro consejero de Sanidad, como el culo. A costa, claro, de los pacientes. Desde entonces, pocos médicos son los que se atreven a paliar agonías como es debido en los centros sanitarios públicos. Pueden pasar a la lista negra.

Luego, la muy bribona quiso pasarse por el forro la ley de Educación para la Ciudadanía en Madrid. ¿Qué es eso de enseñar derechos humanos a los niños en los colegios? Donde esté un buen Catecismo, que se quiten esos vicios. Está visto que ella prefiere el acoso y la violencia contra ciertos sectores -como la que sufren los trabajadores de clínicas en las que se practican legalmente abortos- que tolerancia para las sociedades abiertas.

Lo malo es que, de nuevo, nadie mueve un dedo contra lo que es una descarada hoguera recién encendida para quemar dentro nuevos herejes. Como quieren hacer con estos profesionales que hasta ahora realizaban su trabajo libres de presiones inventadas con oscuros intereses. Esa asignatura ya la habíamos aprobado los países avanzados, pero parece que no la tenemos asegurada. El aborto es legal y punto. No valen pataletas ni argucias, menos cuando son alentadas por estos neoinquisidores posmodernos llegados de las tinieblas.

A este paso llegarán a discutir las teorías evolucionistas -como ya hacen los neocon en Estados Unidos con su famoso creacionismo- o que la Tierra es redonda y gira alrededor del Sol. Así que, visto lo visto, es decir que no se rinden a la evidencia de los tiempos en los que les ha tocado vivir y que añoran la Edad Media, no estaría de más que los gobernantes progresistas lo fueran algo más y, por ejemplo, pasaran al contraataque. ¿Cómo? Pues ampliando la ley actual de interrupción del embarazo o atreviéndose con otras, como la eutanasia. Más que nada, porque nunca se sabe lo que la derecha de este país querrá echar por tierra cuando regrese al mando. Así que habrá que ponerles difícil que se pasen por el forro las conquistas sociales. Que les dé pereza atreverse.

Lo gracioso es que a la presidenta de la Comunidad le ha faltado predicar con el ejemplo. ¿No me digan que la que ha montado Espe con el pobre niño Jesús cejudo de su nacimiento no ha sido un aborto metafórico y navideño en toda regla? Dice que no le gustaba su aspecto, que lo retiraran de su vista. Parece que las cejas pobladas del pequeño Mesías alumbrado en la casa de Correos de la Puerta del Sol le asustaron. ¿A quién le recordaría? ¿Acaso vería en la criatura una transmutación del mismísimo alcalde como próximo candidato presidenciable en pañales para su propio partido? Ay, señor, qué cosas tiene la caverna.

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Sobre la firma

Jesús Ruiz Mantilla
Entró en EL PAÍS en 1992. Ha pasado por la Edición Internacional, El Espectador, Cultura y El País Semanal. Publica periódicamente entrevistas, reportajes, perfiles y análisis en las dos últimas secciones y en otras como Babelia, Televisión, Gente y Madrid. En su carrera literaria ha publicado ocho novelas, aparte de ensayos, teatro y poesía.

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