Gonzalo Suárez no descansa
El cineasta y novelista Gonzalo Suárez dice no buscar la cercanía física de Dios, aunque es vecino del madrileño convento de la Encarnación. Si por él fuese, viviría casi todo el año en Asturias -tiene una casa campestre en Llanes-, pero sus compromisos laborales le atan a la capital. Animal social, las últimas semanas se ha sentido "fusilado" por la promoción de su último filme, Oviedo Express. "Es mi mejor película porque abre las compuertas a otro tipo de cine", sostiene. En su casa tiene un pequeño despacho de proporciones mínimas, aunque disfruta de un estudio en el castizo barrio de La Latina. Este espacio y el salón están tomados por los libros, los DVD de cine clásico, un exquisito mobiliario chino y el caballete y los cuadros sin acabar suyos y de su hija Elsa.
Comienza la sesión de fotos y Suárez (Oviedo, 1934) aplica la concepción espacial propia de un director de cine. Propone distintos posados: tumbado en el suelo con una copa de vino tinto ("muy Baco"), con la mano cruzada en el pecho ("me encantaría, como Napoleón"), regando la frondosa vegetación del cuarto ("nunca lo había hecho antes") o con la cabeza metida en un baúl repleto de libros. Finalmente, su cariñosa perra Margot -"tiene nombre de puta francesa", se ríe- se convierte en la estrella. Ni rastro de Lucy, su gata, mucho más esquiva. "Me gusta hablar a los animales. Más que a los humanos", confiesa. El director de El portero y Remando al viento juega con Margot tentándole con una uva, y ésta se resbala en el suelo encerado. "Esta perra nunca había probado las uvas y se está poniendo ciega. No quiero ni imaginar las consecuencias", conjetura con una copa de vino. Un amigo le ha regalado unas botellas etiquetadas con carteles de sus películas y las muestra orgulloso.
Le gusta trabajar con música -"nunca con letra porque me despista"- y desoye la palabra descanso. "Odio los fines de semana. No puedes quedar porque los amigos se han ido, tus restaurantes favoritos están atestados...". Si por él fuera, no pararía ni durante los rodajes. Durante la realización y la promoción de Oviedo Express se ha sentido incapaz de escribir. Ahora planea adaptar para el cine una de sus novelas. "Es muy cómodo porque no hace falta ser fiel a uno mismo. Reinvento y así no me aburro", explica, y enseña su último lienzo: un pequeño retrato del guardés de su casa asturiana que pintó hace un par de veranos. Y avisa a navegantes: "Cuando me retire, me dedicaré a la pintura". Le rondan tantos proyectos que la fecha se vislumbra tardía.
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