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LA CALLE / Rutas
Columna
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Mont-rebei

No importa que se haya visitado cien o mil veces. La visión que siempre se tiene al traspasar el desfiladero de Mont-rebei es la de una soberbia imagen que idolatrar, propia de los majestuosos altares de la naturaleza. Quizá lo más hermoso de Mont-rebei sea ir descubriendo poco a poco sus encantos. La fauna y la flora son únicas, pero caminar por sus senderos es hacerlo por una ruta mágica, en la cual el viajero experimenta la drástica ilusión de ser engullido por la gran garganta del desfiladero.

Mont-rebei (Pallars Jussà) es uno de los lugares de visita obligada en las tierras de Lleida. Un estrecho pasadizo excavado en la pared de roca durante millones de años permite adentrarse por una impresionante garganta de precipicios de más de 500 metros de altura. Mont-rebei es un corte en el territorio fuera de toda lógica humana, una obra de arte de la geología. Intocable. Para el visitante, el itinerario será una mezcla de emoción y espectacularidad, impresión y majestuosidad. La excursión al hermoso paraíso se puede completar con la visita a algunos pueblos medievales coronados por castillos o torres defensivas como Pont de Montanyana, Alsamora y Castellnou de Montsec.

Para llegar al pantano de Canelles desde Tremp, punto de salida para la ruta a esta maravilla geológica, hay dos alternativas: la primera sale de Tremp por la C-13 en dirección a Balaguer y Lleida. La segunda sale igualmente de Tremp por la C-13 y se desvía a siete kilómetros hacia Guàrdia de Noguera. Una vez ubicados en el aparcamiento instalado por la Fundación Territorio y Paisajes, se deja el vehículo y se inicia el camino.

Convertir el desfiladero de Mont-rebei en una portalada por donde cruzar la sierra del Montsec fue un proyecto duro y largo. Ni la dura roca fue un obstáculo. Por allí se debía pasar. Se consiguió. Fue en 1924 cuando se terminó de hacer un corte a la roca que sirvió de plataforma a un camino de abastecimiento. La construcción del pantano de Canelles inundó el desfiladero. Pero el sueño de abrir una puerta no se abandonó.

Finalmente, en 1982 se terminó de esculpir un nuevo paso a la garganta y se reabrió el camino viejo de abastecimiento, un excepcional espectáculo de la naturaleza.

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