La sopa casera de Springsteen
Las variadas peticiones de las estrellas de la música en sus giras desmienten su extravagancia y rara vez complican la labor de los promotores vascos
La historia de la música popular está repleta de rumores y leyendas que unas veces se ajustan a la realidad y otras no tanto. Muchos mitos se refieren a las exigencias de las estrellas, pero no siempre sucede así. El promotor Iñigo Argomaniz mostró su sorpresa porque Bruce Springsteen quiera cenar "sopa de pollo con fideos casera y baja en sodio" el 26 de noviembre, día de su actuación en el Bizkaia Arena. ¿Debe extrañar que un ídolo millonario desee cenar una humilde sopa de pollo? "No, en el Bilbao BBK Live Festivalnadie no ha pedido ninguna extravagancia", asegura Ibai Villapún, de Last Tour International. "Además, aunque se ponen muchas cosas, luego normalmente comen un sándwich vegetal o cosas por el estilo, y allí queda un montón de comida".
Los raperos beben Moët & Chandon mezclado con zumo de naranja
Chuck Berry, a sus 80 años, quiere conducir un enorme Mercedes
Y lo cierto es que Springsteen no ha pedido sólo sopa. La cena solicitada para el Boss se completa con pechuga de pollo y "una buena pieza" de pescado blanco a la parrilla, ambos sin mantequilla y con un poco de aderezo, verduras a la parrilla o brócoli al vapor, salmón y langostinos con salsa cóctel. Además, quiere tres oficinas, 12 camerinos, dos salas de cortesía y 27 vehículos, incluidos dos autobuses y una limusina para su propio disfrute.
Más singulares fueron los deseos de Axl Rose, cantante de Guns n' Roses, que a su paso por Bilbao exigió decoración oriental y comida china. Marilyn Manson ha preferido decoración negra y bombonas de oxígeno. Aunque tocaron junto al Guggenheim, la islandesa Björk y su equipo no se privaron de productos de Francia; de ahí quisieron que fuera el champán (Veuve Cliquot), el coñac (Remy Martin VSOP), el vino (Châteauneuf du Pape) y el surtido de quesos. La mexicana Julieta Venegas especifica que el tequila debe ser de las marcas Cazadores, Don Julio o Herradura. Y Paco Ibáñez quería pisar una alfombra "rojo Marlboro".
Amaia Nuin, de Get In, no recuerda ninguna pretensión fuera de lo normal en las últimas actuaciones de U2, Alejandro Sanz, Ricky Martin y Maná en Euskadi. Salvo que el grupo mexicano organizó en el backstage su acostumbrada fiesta después del concierto. "Eso de que son más raros que otra cosa es un mito", sentencia la portavoz de una empresa que también estuvo involucrada en el concierto de Bryan Adams en el BEC, donde la lista de necesidades incluía mantequilla de cacahuete orgánica y tinto australiano. Y también el temido jugo de arándanos, una bebida difícil de encontrar en estos pagos. Villapún sostiene que, antes de empeñarse en pijadas, los veteranos del rock prefieren garantizarse un buen sonido. "Son más exigentes a nivel técnico y de escenarios. Otros antojos los tienen superados, la edad del pavo a nivel artístico se les pasó hace tiempo", bromea.
Lemmy Kilminster, líder de Motörhead, se enojó cuando tuvo que reclamar el premio de la máquina tragaperras que había solicitado en el Metalway de Gernika. La suya se cuenta entre las peticiones más extravagantes, junto a la mesa de billar que pidieron The Rolling Stones antes de tocar en San Mamés, o las cuerdas de guitarra y baquetas para batería que hubo que facilitar a Public Enemy. Los raperos merecen mención aparte. Las figuras del hip hop acostumbran a pedir coñac Hennessy, vodka Grey Goose, mucho Moët & Chandon que mezclan con zumo de naranja. Para desplazarse por las ciudades tienen predilección por los SUV (Sport Utility Vehicle), automóviles entre el turismo y el todoterreno. Hablando de coches, Chuck Berry quiso que un enorme Mercedes le fuera a recoger al aeropuerto para conducirlo, a sus 80 años, él mismo.
En definitiva, las estrellas del rock no son excesivamente caprichosas. Suelen pedir direcciones de tiendas de música, y rara vez limusinas. Muchos apenas dan guerra, viajan con sus cocineros y basta con facilitarles un guía que les llevé a buenos mercados y pague las facturas. Y es que la mayoría de las veces los caprichosos no son los artistas, sino sus representantes.
Peores los españoles
"En muchos casos las figuras españolas son peores. Al fin y al cabo que los Rolling Stones sean como son, después de haber vendido cien mil millones de discos, tiene perdón, pero que venga un pedorro recién nacido y recién llegado a este mundo y te empiece a pedir chorradas y no sé cuánta gente de seguridad para acceder al escenario", descubre un promotor vasco. "Hay gente en el mercado nacional, nombres conocidos por todos, que se las trae". Sin embargo, parece que las quejas no se refieren a los superventas vascos. Cuando el avión no es imprescindible, Fito & Fitipaldis viajan en cómodas furgonetas y autobuses con literas, y acompañados por su propio cocinero, que da de comer un menú normal al medio centenar de personas que trabajan en sus conciertos. "Al final lo que te da el cocinero es comer caliente, y no se te haga tan cuesta arriba la gira", precisan desde Last Tour International, contradiciendo a los que lo consideran un detalle propio de divos.
La Oreja de Van Gogh, con transporte en lujosa furgo con PlayStation y nevera, es financiado por Get In, tampoco exige delicatessen. Requiere agua, refrescos, cerveza, whisky, ron, vino tinto, Gatorade, hielo, tortilla de patata, jamón ibérico, quesos variados, fruta fresca, frutos secos, chocolatinas o dulces varios, galletas saladas o sándwiches.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.