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Reportaje:

Los últimos damasquinadores de Eibar

El arte de dibujar sobre acero con hilos de oro y plata, en vías de extinción

Si el damasquinado de Eibar pasa a la historia, como parece que podría suceder en breve, será difícil que vuelva a recuperarse este oficio. Las opiniones sobre la influencia de esta técnica decorativa basada en la incrustación sobre acero de finos hilos de oro y plata están divididas: frente a algunos estudiosos que sostienen que nació en esta localidad guipuzcoana hace unos 150 años y dio origen al de Toledo, otros remontan sus inicios en esta última ciudad a la invasión árabe del siglo VII.

Es sabido que la ornamentación con metales preciosos ha sido cultivada por civilizaciones antiquísimas. Pero hay historiadores que defienden que en España el damasquinado surge de un procedimiento desconocido hasta entonces e ideado en la segunda mitad del XIX por el eibarrés Eusebio Zuloaga, abuelo del afamado pintor Ignacio Zuloaga.

"Un arma que hice era para el segundo de Sadam Hussein", afirma Ángel Ledo
En un tiempo Eibar superó en ventas al damasquinado de Toledo

Lo cierto es que los artículos de lujo damasquinados a golpe de punzón en la localidad armera y pavonados para obtener relucientes filigranas han sido admirados en todo el mundo. Pero, pese al esplendor que el oficio conoció hace décadas, tan sólo dos artesanos, Mari Asun Nogés y Ángel Ledo, permanecen hoy en activo. Ambos achacan gran parte de este declive a lo poco que se valora socialmente el esfuerzo y la dedicación del trabajo hecho a mano.

Del prestigio internacional cosechado en su día por los damasquinadores de Eibar da cuenta la colección del empresario iraní Nasser D. Khalili, que el Museo de Bellas Artes de Bilbao acogió en el verano de 2000. La muestra exhibió variadas piezas de lujo -desde pistolas, hasta pitilleras, vasos o cofres, entre otros artículos-, que en su mayor parte fueron obra de Plácido Zuloaga, quien perfeccionó la técnica ideada por su padre. Plácido dirigió también el damasquinado de una de las obras cumbres de este arte en España, el mausoleo del general Prim, que se conserva en la ciudad tarraconense de Reus. Algunos de los muchos talleres que hubo en Eibar -uno de ellos con una delegación en París- trabajaron durante muchas décadas a pleno rendimiento para revestir de oro y plata las muchas encomiendas que les llegaban de diferentes países.

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El último de estos talleres fue clausurado hace casi un año por Ángel Ledo. Este guipuzcoano de 47 años ha vivido de este oficio desde hace dos décadas, media vida en la que ha decorado todo tipo de artículos, desde modestos pins hasta fastuosas pistolas y cofres. Tradicionalmente, las empresas de armas de Eibar, que cuentan con sus propios grabadores (expertos en la técnica del grabado, que se caracteriza por dibujar arrancando metal), han solicitado a artesanos externos el damasquinado de rifles y escopetas de lujo. Rara vez estos trabajadores han sabido a manos de quién acabarían sus obras más valiosas, aunque son conscientes de que muchas de ellas fueron obsequios para personajes ilustres y gente de dinero. "Me consta que un arma de las que hice era para el segundo de Sadam Hussein y otras pistolas para militares de México", cuenta Ledo, quien participó en la restauración del mausoleo del general Prim.

Este artista, que todavía damasquina, está convencido de que la crisis del damasquinado de Eibar ha sido consecuencia de la conjunción de una serie de factores. Por una parte, al caer la demanda se ha reducido el número de artesanos, lo que, a su vez, ha hecho descender el volumen de encargos. Además, destaca la "falta de voluntad política" para reactivar el mercado.

María Asun Nogés, de 61 años, culpa de la situación al abaratamiento de los precios que ha supuesto la introducción en Toledo del damasquinado con prensas. "En Toledo defienden que su damasquinado es artesano, pero no es así. Hacen las piezas a golpe de prensa, y quien no entiende no sabe distinguir entre un artículo hecho a máquina y otro artesano", se queja. La más veterana de los damasquinadores de Eibar, que nunca intentó vivir de la que considera su principal afición, fue la última profesora de la Escuela de Damasquinado de la ciudad, clausurada hace más de una década.

Desde el Ayuntamiento de Eibar se reconoce que es "una pena" que este arte se pierda. Nerea Alustiza, concejala delegada del Museo de la Industria Armera de esta localidad guipuzcoana, es partidaria de promoverlo desde las instituciones. "Hubo un momento en que el damasquinado de Eibar superó en ventas al de Toledo. Pero Toledo es una ciudad turística, que ha desarrollado e impulsado el damasquinado. Eibar es un municipio industrial y tenemos que pensar en comercializar las piezas en el exterior", apuesta la edil socialista, coautora del libro El grabado en Eibar, que aborda las técnicas de ornamentación que tan célebre hicieron a esta localidad.

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