Evitar las cenizas sobre las olas
Funerarias municipales buscan medidas para reducir la práctica común de arrojar los restos incinerados al mar o lugares tradicionales
Hay pescadores en la Bahía de Cádiz que han vuelto a casa sin una mojarra pero con una urna funeraria en la barquilla. Más del 63% de los restos incinerados en España salen fuera de los cementerios. La tradición nacional de arrojar las cenizas al mar o en lugares tradicionales se opone a la normativa europea. En países como Alemania o Francia no se pueden sacar de los recintos funerarios. La Asociación de Cementerios Municipales ha comenzado a activarse antes de que concluya la revisión del reglamento de policía sanitaria mortuoria, que podría homologarse a la política comunitaria. Un ejemplo: En la Bahía de Cádiz el camposanto mancomunado de Chiclana ya reúne tres fórmulas distintas para depositar las cenizas dentro de sus instalaciones. Una despedida a la carta.
El camposanto de Chiclana descartó el uso del lago porque las cenizas flotaban
En Almonte (Huelva), el Ayuntamiento se vio obligado a actuar hace ya más de dos años. La costumbre de esparcir las cenizas mortuorias en las marismas de El Rocío sumó adeptos desde que algunos personajes públicos, como Carmina Ordóñez, vieron cumplida su voluntad de descansar junto al camino. Lo que comenzó como un problema puntual de limpieza, sobre todo cuando la bajada de la marea dejaba a la vista urnas y coronas funerarias, se convirtió al poco tiempo en una verdadera agresión ambiental a las marismas. Tampoco para los vecinos de la aldea resultaba agradable. Sobre todo, en fechas señaladas como el día de Todos los Santos, cuando centenares de personas acudían a arrojar flores al agua.
Una ordenanza municipal prohíbe desde entonces depositar las cenizas en vías públicas o en las marismas, bajo amenaza de sanción. A cambio, el ayuntamiento ha construido una hornacina con vistas a la ermita donde pueden descansar los restos de los rocieros, una alternativa cada vez más utilizada.
El cementerio mancomunado de la Bahía de Cádiz también se ha adelantado a la homologación de la legislación española a la europea que prohíbe sacar los restos de los recintos funerarios. Ofrece a sus usuarios hasta tres opciones: esparcir las cenizas en un jardín, depositarlas en un pebetero o enterrarlas en pequeños hoyos abiertos sobre un césped. El camposanto de Chiclana tuvo que descartar el uso del lago porque las cenizas flotaban, algo que ocurre también cuando los familiares del fallecido optan por lanzar los restos al mar. Mientras la legislación no se vuelva más restrictiva, en Chiclana se entregan siempre urnas biodegradables para quien aún prefiera llevárselas a casa.
El ideólogo de estas medidas es Salvador García, gerente de la empresa funeraria municipal mancomunada, CEMABASA. Cada día se encuentra con la contradicción de las reacciones ante la muerte. "La familia que opta por la incineración y esparcir las cenizas en el jardín nos dice que quiere desubicar la memoria del fallecido, pero en el momento de depositar las cenizas no lo hacen en medio del césped, sino que se van a un árbol para tener una referencia", explica. Allí depositan el primer ramo. También en la Bahía de Cádiz se suele ver cada primero de noviembre a muchos gaditanos que arrojan flores al agua desde el catamarán o el famoso Vaporcito.
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