Al piano, el maestro Anthony Hopkins

Anthony Hopkins es un artista de múltiples talentos -actor, pintor, galerista, pero su faceta más querida, la de pianista, había pasado casi inadvertida hasta ahora para el gran público. El Hopkins músico se dispone a emprender el próximo año una gira mundial interpretando al piano sus propias composiciones, descritas por los expertos como "evocadoras y etéreas". Conocido por los magníficos papeles que han trufado su carrera en el celuloide -con el hito del psicópata Hannibal Lecter, que le mereció un Oscar-, la música, y no la interpretación, fue su verdadera vocación de juventud. Las notas de Chopin que interpretaba un vecino en su Gales natal le inspiraron y animaron a apuntarse a lecciones de piano. Hopkins admite que fue el boicoteo de su padre, que no soportaba que tocara en casa a Beethoven, lo que le llevó a desviar su camino profesional, aunque nunca abandonó su afición.

El poder de su estrella en el mercado estadounidense le permitió recientemente no sólo dirigir e interpretar una película, Slipstream, sino también componer la banda sonora. Ello ha animado a Hopkins, a punto de convertirse en septuagenario, a preparar una gira de conciertos, que arrancará en Australia, y compaginará sus interpretaciones musicales con el relato de anécdotas sobre el mundillo del cine. Los papeles de protagonista eluden al actor en los últimos tiempos -aunque se muestra prolífico en destacados cameos- pero Hopkins vive volcado junto a su tercera esposa, la colombiana Stella, en la gestión de una galería de arte. Y siempre con el acompañamiento de la música, su "única pasión permanente" y que, según admite, le relaja y ha tenido un efecto balsámico en su carácter depresivo.