"Hemos demostrado que hubo genocidio en Bosnia"
La jurista suiza Carla del Ponte (Lugano, 1947), la más conocida del mundo desde su puesto de fiscal jefe del Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia (TPIY), concluye su mandato a finales de diciembre. Está segura de haber demostrado que puede juzgarse a los jefes de Estado por crímenes de guerra y le tranquiliza haber contribuido a que se oyera la voz de las víctimas de estos actos.
Con el mismo ímpetu, lamenta que la comunidad internacional no detuviera en su día al líder serbobosnio Radovan Karadzic, y a su jefe militar, Ratko Mladic, principales acusados del genocidio cometido en 1995 en Srebrenica. Del Ponte respondió por escrito a las preguntas de este diario.
Pregunta. ¿Cree que hubo un pacto político que ha permitido, al menos a Karadzic, gozar de inmunidad?
Respuesta. He oído rumores al respecto. Pero no he hallado pruebas. De todos modos, me parece que las fuerzas internacionales en Bosnia perdieron la oportunidad de arrestarles a él y a Mladic después de la guerra. No lo hicieron por temor a causar gran inestabilidad o bien otra guerra. Cuando estuvieron listas, en 1997 o 1998, ellos habían huido.
P. ¿Seguirá abierta la herida de Srebrenica mientras no aparezcan?
R. Sería una vergüenza dejarles escapar a la justicia. Pero no nos engañemos. Sin el TPIY desconoceríamos lo ocurrido en Srebrenica
[donde fueron asesinados unos 8.000 varones musulmanes por el Ejército serbo-bosnio]. Hemos acusado a 18 personas, no todas por genocidio, por su participación en los asesinatos, Milosevic incluido. Y a un total de 53, por ahora, por otros crímenes. Hemos demostrado que hubo un genocidio en Bosnia y la violación como instrumento de terror es crimen de guerra.
P. ¿Dejó de sentirse Milosevic un jefe de Estado en el banquillo?
R. En absoluto. Fíjese en su comportamiento ante los jueces. Todo eran discursos políticos, sin centrarse en las acusaciones. Ni siquiera cuando ejercía como su propio abogado. Creo que nunca aceptó la realidad de ser sólo un supuesto criminal de guerra en el banquillo. Que muriera antes de ser sentenciado fue un duro golpe.
P. ¿Contribuye el TPIY a la reconciliación en los Balcanes?
R. Su contribución esencial es con la paz y la seguridad; con la estabilidad regional. Al establecer los hechos y su responsabilidad criminal individual, ha ayudado a la reconciliación. Se ha apartado a líderes políticos y militares de sus cargos y se ha hecho justicia a las víctimas. Pero para que este complejo y doloroso proceso sea un hecho, debe ser apoyado a escala local e internacional. Hay que incluir en los libros de historia los hechos establecidos por el TPIY, darle la oportunidad a la gente de entender lo que se hizo en su nombre, para que haya esperanza. Una labor que requiere nuevos y visionarios líderes capaces de reconstruir las sociedades rotas de la posguerra.
P. ¿Se ha sentido usted apoyada por la comunidad internacional?
R. En general, sí. Sin la comunidad internacional, en especial la UE, no hubiéramos podido operar. En los últimos años, el principio de condicionalidad, es decir, que Belgrado, Zagreb y Sarajevo colaboren a cambio de ayuda financiera o participación en una organización internacional ha sido muy útil. Gracias a eso nos han sido transferidos más de 30 acusados en los tres o cuatro últimos años.
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