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Reportaje:

Un nacionalista sin estridencias

El nuevo presidente del PNV es un hombre dedicado por completo al partido

El 18 de septiembre pasado fue el cumpleaños de Iñigo Urkullu. Ese día, Joseba Egibar, delfín de Xabier Arzalluz y robusto brazo soberanista del PNV, hizo un regalo muy especial al nuevo líder del partido: confirmó su renuncia a dar la batalla interna. Pocos saben, más allá de su círculo íntimo, qué le regalaron su esposa Lucía y sus hijos Kerman, Malen y Carlos. Quizás una entrada para el concierto del pasado lunes de Bruce Springsteen en Barakaldo, uno de sus favoritos.

Diez días después, el lehendakari Ibarretxe le dejaba otro regalo: la consulta, un presente que incluso en el PNV se considera "envenenado". Desde entonces, Urkullu se ha esforzado en resaltar que hay tiempo para negociar con Zapatero, un discurso contemporizador mientras ha sido candidato. Desde hoy, ya al mando del PNV, deberá lidiar con los comicios del 9-M, la consulta e Ibarretxe. Por ese orden.

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Urkullu (Alonsotegi, Vizcaya, 1961, aunque criado en Mungia, donde siempre será el nieto de Carmen, la panadera) es un hombre tan celoso de su intimidad, como metódico e infatigable trabajador. Su ética de la responsabilidad, abrumadora, le llevó a dar el paso de ser el candidato de consenso entre los sectores soberanista y pactista. El nuevo PNV no lo será sólo por sus actos y ponencias aprobadas. Al igual que Josu Jon Imaz ha marcado impronta en los últimos cuatro años, Urkullu dejará huella. Otra huella.

Con su eterna imagen aniñada, aunque las canas que se anudan a sus rizos revelan sinsabores y preocupaciones, y una voz gruesa que parece nacer de las entrañas, será mucho más fácil escucharle conceptos como la "cosoberanía" o la defensa del "derecho de los vascos a decidir libremente" su futuro. Sin llegar a ser un guardián de la ortodoxia, todos coinciden en que en la nueva etapa que se abre en el PNV, "riesgos, los justos".

"Urkullu va a hacer equipo y todos los pasos que dé será siempre con apoyo", pronostica una persona que le conoce bien por su estrecha relación en la Fundación Sabino Arana. Difícil será que use planteamientos tan revolucionarios para el PNV como que el objetivo es "cautivar a España", frase de Imaz que corrió como la pólvora por los batzokis ante la incomprensión de sus moradores. Y sería un milagro que visitase, como hizo un hiperactivo Imaz, el programa de Eva Hache. Simplemente, no da juego. Arruinaría los shares, salvo que le plantaran en el plató para tocar el txistu, instrumento que toca como un virtuoso.

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Que Urkullu no es Imaz no se le escapa ni al observador menos avezado. Mientras el segundo lo mismo domesticaba polímeros que quiso hacer entrar en vereda al lehendakari y a su consulta, Urkullu, el hombre de partido, abre de manera aplicada el cuaderno donde apunta las claves de una conversación y retoma el encuentro en el mismo punto donde quedó, recordando las palabras de su interlocutor. Hay quien piensa que su templanza, dedicación al partido y perfil bajo pueden ser sus mejores aliados para continuar, de otra forma, la revolución de la nación cívica iniciada por Imaz. Urkullu es un nacionalista sin estridencias.

El hombre que dirigirá los destinos del PNV "por muchos años", según Imaz, ha sido a partes iguales una de las bestias negras de ETA y el eterno ninguneado por Arzalluz mientras el patriarca dirigió el partido. "Nadie se explica esa obsesión de Arzalluz, cuando los que hemos crecido en política con Iñigo ya pensábamos desde los tiempos de EGI [juventudes del PNV] que era nuestro referente: guapo, serio, hombre de palabra, honrado e íntegro", recuerda alguien que estará en su próxima ejecutiva. Cosas de la política: Arzalluz muerde el polvo por segunda vez tras su licencia sin honores en 2004.

Unas bases ansiosas de refrendar el consenso y conjurar el fantasma de la escisión -para los peneuvistas su cisma en 1986 es similar a la guerra del Vietnam para EE UU-, colocan al frente del timón a un hombre "abrazado al futuro del partido y de su amada Euskadi", dice su cuñado, Isidoro Sánchez, profesor en los Jesuitas de Durango, municipio donde se arremolina el clan Urkullu. Y donde "pese a que no bebe alcohol, no le perdonamos ni una ronda", confiesa.

Una vida de partido

- Diplomado en Magisterio en Filología Vasca. Profesor en excedencia en un colegio de Durango. Ha sido docente en Portugalete y Bilbao.

- Dirigente de EGI (las juventudes del PNV) de 1980 a 1985. Director vizcaíno de Juventud entre 1987 y 1994.

- Dirigente de la ejecutiva vizcaína entre 1984 y 1987 y 1996 y 2000 y su presidente desde entonces hasta ayer.

- Socio del Athletic. Le gustan Bruce Springsteen, Itoiz y Benito Lertxundi.

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